viernes, 28 de diciembre de 2012

El Sesgo de Negatividad. Lo Malo es más fuerte que lo Bueno



“Odio perder más de lo que me gusta ganar”
-Jimmy Connors


El Sesgo de Negatividad ( Negativity BIas) es un fenómeno psicológico por el que la gente  pone más atención, y da más peso, a las experiencias negativas que  a las positivas. Los estímulos negativos son más llamativos y dominantes, y las respuestas a las amenazas y las cosas desagradables es más rápida y fuerte que las repuestas a las oportunidades y placeres. Las malas emociones, los malos padres y el mal feedback tienen más impacto que los buenos, y la mala información se procesa con preferencia a la buena. Este fenómeno es tan general y abarca tantos campos de la experiencia humana que se puede considerar una ley fundamental de la Psicología. Vamos a ver ejemplos de este sesgo en diferentes áreas y, al final,  la explicación evolucionista del mismo. Citaré las principales conclusiones de los estudios sin dar todos los detalles de los mismos,; la persona interesada tiene en los dos artículos de la bibliografía todas las referencias y pormenores. 

Los libros de Psicología dedican el doble de capítulos a las emociones desagradables que a las desagradables y en una revisión de 17.000 artículos de revistas de Psicología, el 69% de ellos trataban de asuntos negativos, comparados con el 31% dedicado a los positivos. Existen más palabras para las emociones negativas que para las positivas. Averill compila un atlas de 558 palabras que describen emociones y encuentra un 62% de negativas y 38% de positivas. Parece que es más importante etiquetar y discutir las malas emociones que las buenas. La gente también hace más esfuerzo  - y emplea más técnicas- por evitar las malas emociones que por conseguir las buenas. También se recuerdan más las malas emociones y se dedica más esfuerzo y tiempo a procesarlas. La gente necesita entender lo que les pasa y la evidencia apoya que las personas pensamos más y buscamos el sentido de las cosas cuando nos ocurren cosas malas. Cuando nos pasan cosas buenas no solemos preguntarnos por qué nos ocurren, simplemente seguimos adelante. También se detectan mejor las amenazas en forma de caras agresivas en diversos tests que caras neutras o agradables. En el campo del periodismo es conocido que una buena noticia no es noticia. Periódicamente se pide que la prensa difunda buenas noticias, pero estas iniciativas no suelen tener mucho éxito. En la literatura ocurre igual. Fiedler realizó una revisión  de la historia de las novelas y decía que nadie había conseguido escribir una novela de éxito acerca de un matrimonio feliz, mientras que los problemas conyugales  aparecen en incontables novelas.

En el campo de las relaciones humanas tenemos muchos ejemplos. En varios estudios de parejas casadas, Gottman encuentra que el afecto negativo se reciproca más y con más fuerza que el positivo disminuyendo la satisfacción de la relación. Y no vale con hacer algo bueno, para compensar, después de haber hecho algo malo. Gottman propone que para que un matrimonio funcione las interacciones positivas y buenas tienen que superar a las malas en una proporción de 5 a 1. Si este cociente disminuye, el matrimonio tiene muchas posibilidades de fracasar. La implicación es que el éxito a largo plazo de una relación depende más de no hacer cosas malas que de hacer cosas buenas. En el aspecto sexual ocurre lo mismo: una disfunción sexual tiene más efecto en el vínculo conyugal que un buen funcionamiento sexual. McCarthy encuentra que cuando la sexualidad va bien en el matrimonio explica un 15-20% de la varianza del vínculo de pareja, pero si el sexo es malo o inexistente entonces explica un 50-75%. Las malas experiencias sexuales, por lo tanto, pesan mucho más que las buenas dentro del matrimonio.En un estudio intentaban averiguar cuál era el factor que más influía en la formación de relaciones de amistad en una residencia, y encontraron que era la proximidad, la cercanía en la convivencia. Pero al seguir estudiando encontraron que vivir cerca aumentaba la probabilidad de que dos personas se convirtieran en enemigos con más fuerza de lo que predecía la probabilidad de que se hicieran amigas. Dado que los sucesos malos son más fuertes que los buenos, aumentar la cercanía produce más enemigos que amigos. Por último, en cuanto al ambiente familiar, los estudios demuestran que un mal ambiente familiar impide el desarrollo del CI esperable genéticamente, pero que un ambiente familiar bueno no tiene efecto en el CI y simplemente permite que los genes determinen el CI. 

En el tema del aprendizaje no es políticamente correcto decirlo pero aunque los libros de texto dicen que la recompensa es mejor que el castigo para aprender, no hay evidencia firme de ello. Los trabajos revisados por Baumeister demuestran, al contrario, que el castigo es más potente para aprender que la recompensa. En el tema del condicionamiento aversivo también se puede conseguir rápidamente a veces con una única exposición. Sin embargo el condicionamiento de preferencias con estímulos placenteros suele ser mucho más lento. A nivel neurológico, la respuesta del cerebro a los estímulos negativos  es más fuerte, como demuestran los estudios de Smith con el potencial P1 que muestran uno potenciales P1 más grandes con ellos que con estímulos positivos.

En el dominio de cómo reaccionamos ante las cosas vemos que los malos sucesos tienen un efecto más duradero y consecuencias más intensas que los buenos. El efecto de los buenos sucesos se disipa más rápidamente. Los ganadores de la lotería vuelven rápidamente, tras una inicial euforia, a su nivel normal de felicidad, mientras que las víctimas de desgracias necesitan más tiempo para adaptarse a su destino, porque comparan continuamente su estado con el que tenían previamente, lo que Brickman llamó “ el efecto nostalgia”. El malestar por perder dinero es mayor que la alegría por ganarlo. Es decir, duele más perder 50 € que la alegría que produce ganar 50€. La motivación para evitar perder algo es mucho mayor que la motivación para ganar algo. En el campo sexual hay evidencia de que un trauma único puede tener consecuencias desastrosas para toda la vida. Sin embargo no parece existir lo contrario al trauma, el “antitrauma”, una única experiencia sexual positiva que produzca beneficios de una magnitud comparable  al daño causado por la victimización de una experiencia traumática sexual. Tener un buen día no influye en cómo será el día siguiente, mientras que tener un mal día sí suele influenciar cómo nos encontramos al día siguiente.

En el terreno moral, conocer algo malo acerca de un conocido tiene más peso, con diferencia, que conocer algo bueno. Las malas reputaciones son fáciles de conseguir y difíciles de cambiar, mientras que las buenas reputaciones son difíciles de conseguir y fáciles de perder. Da igual que un ministro realice visitas a hospitales 200 días al año, que si nos enteramos de que no le paga la seguridad social a su asistenta está perdido y desprestigiado para siempre. Dado que la buena conducta es frecuente y esperable las malas conductas son más reveladoras e importantes de conocer. Para ser categorizado como bueno, uno tiene que ser  bueno todo el rato, mientras que para ser catalogado de malo no hay que ser inmoral todo el rato, y por ello una sola conducta inmoral es ya diagnóstica (es interesante que con la inteligencia ocurre todo lo contrario: un acto muy inteligente hace que una persona sea catalogada de inteligente aunque luego haga varias cosas estúpidas). Una vez realizado un mal acto es muy difícil lavarlo con actos buenos. Una impresión inicial basada en actos morales malos es muy difícil de cambiar. Como curiosidad, en un estudio se preguntó a la gente a cuántas personas tendría que salvar la vida alguien que hubiera matado a una persona para lavar su acto ( tenía que salvarlas una a una y arriesgando la vida). El resultado fue que tenía que salvar una media de 25 personas.

En el tema de la salud todos sabemos que el estrés deprime la inmunidad pero la relajación no ha aportado resultados positivos de una fuerza comparable a los que tiene el estrés en el aspecto negativo. En estudios con estudiantes de Medicina a los que se les enseñaba técnicas de relajación no mejoraba la inmunidad. También se ha visto que el apoyo social no mejora la inmunidad pero que la falta de apoyo y la soledad sí que la empeora de forma notable. En un estudio en pacientes con cáncer el optimismo no predijo la supervivencia mientras que el pesimismo sí predecía la mortalidad en los más jóvenes. En otros estudios se ha comprobado que es el pesimismo, no el optimismo, el que predice un buen curso de la enfermedad. Por cierto, existen estudios que encuentran que escribir un diario acerca de las experiencias negativas, ansiedad, depresión, etc., mejora la inmunidad y la salud física. Resumiendo, la salud influye en nuestra felicidad cuando es mala, si es buena su efecto es pequeño o despreciable.

El Sesgo de Negatividad y la Evolución

¿Por qué existe el Sesgo de Negatividad? Un patrón tan extendido en casi todos los dominios de nuestra psicología y que ocurre también en animales y en niños pequeños nos obliga a considerar explicaciones que no requieran del lenguaje ni de la cultura. Aunque se han propuesto otras explicaciones, es inevitable recurrir a la teoría evolucionista para entender de dónde ha salido esta característica de nuestra mente: que los malos sucesos tengan más poder que los buenos es adaptativo, responder al mundo de esta manera promueve la supervivencia. Tanto Rozin como Baumeister están de acuerdo en ello aunque es Baumeister el que dedica más espacio a la visión evolucionista. A lo largo de nuestra historia evolucionista, los organismos mejor afinados para responder a las amenazas han sobrevivido y han podido pasar sus genes. Una persona que ignora una oportunidad puede lamentarlo pero nada terrible ha ocurrido, puede tener otras oportunidades. Sin embargo, la persona que ignora el peligro una sola vez puede acabar mutilado o muerto. La supervivencia requiere una atención especial y urgente a los sucesos malos, mientras que ocuparse de los buenos es menos urgente.

Las cosas malas, también, nos indican la necesidad de cambiar algo en nosotros mismos, esto es, obligan a una auto-regulación. A través de la auto-regulación, el organismo se cambia a sí mismo y se adapta al ambiente. El organismo que se adhiere rígidamente a conductas que funcionaron en el pasado puede no ser capaz de resolver las amenazas y desafíos  de los nuevos tiempos. Contemplando el fenómeno desde esta óptica evolucionista entendemos también por qué los actos positivos tienen un efecto menos duradero que los malos. Si la satisfacción y el placer fueran permanentes, no tendríamos incentivo para avanzar, para buscar más beneficios. La naturaleza efímera de los sentimientos positivos estimularía así el progreso, que es adaptativo. Si lo que se evaporaran fueran los malos sentimientos, la gente podría repetir sus errores  a riesgo de perecer. Una consideración más en apoyo de este punto de vista es que lo bueno conlleva una consistencia en el tiempo y en los sucesos que no se puede crear con un solo suceso bueno, pero que sí se puede destruir por un mal suceso. Las sucesos buenos necesitan una estabilidad y esto está ligado a la asimetría entre vida y muerte: el individuo vive muchos años solo si consigue sobrevivir cada día y no existe ninguna experiencia óptima de ningún tipo que pueda compensar el efecto de fallar en sobrevivir un día. No tiene sentido perder tiempo y esfuerzo en perseguir experiencias muy buenas a costa de fallar en sobrevivir y reproducirse.

Por último, para ver cómo sería la vida si lo bueno tuviera más fuerza que lo malo podemos fijarnos en las personas que tienen una insensibilidad congénita al dolor. Estos individuos experimentan más sensaciones placenteras que dolorosas pero suelen morir jóvenes. Sufren quemaduras, amputaciones y lesiones articulares y óseas por no darse cuenta de que tienen que cambiar de postura , de que han puesto la mano en el radiador caliente y por traumas de todo tipo. Los sujetos insensibles a la culpa ( psicópatas) serían otro grupo que sería rechazado por el resto de la sociedad, perdiendo las ventajas que aporta el grupo.

Creo que todo lo expuesto hasta aquí nos lleva a concluir que es lógico esperar que estemos genéticamente predispuestos a otorgar más peso y atención a lo negativo. Vemos así un ejemplo de lo que la Evolución nos puede aportar para entender el funcionamiento de la mente humana. La visión evolucionista nos permite poner los cimientos para una comprensión adecuada de los mismos: la respuesta al “¿Por qué?”. No es la última palabra ni mucho menos, y por encima de esos cimientos, queda mucho trabajo taxonómico y mucho análisis que realizar, pero tenemos ya una piedra angular sobre la que construir. 

Para terminar, quería dejar en el aire  una cuestión muy peliaguda que requiere un abordaje propio. Probablemente habréis pensado, según ibais leyendo, que vivir bajo el influjo de este sesgo hace que la vida no sea precisamente muy justa a veces. ¿Cómo podríamos, si queremos construir un mundo mejor, intervenir para impedir por lo menos algunas de las manifestaciones de este sesgo de negatividad? 

Referencias
Baumeister RF Bratslavsky E Finkenauer C and Vohs K D (2001). Bad is stronger than good.Review of General Psychology, 5, 323-370.
Rozin P and Royzman EB. (2001). Negativity bias, negativity dominance, and contagion. Personality and Social Psychology Review, 5, 296-320.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante tema. gracias por compartir, la verdad desde el entemdimiento de la experiencia como forma d aprendizaje parael cambio esta excelente, un enfoque de perspectivas mal intencionadas prodria traer consecuencias graves

Mynor Martínez dijo...

Muy interesante el tema y oportuno para mis estudios sobre el comportamiento humano.

Sin embargo, la visión podría llevarnos a pensar que el mundo necesita más de lo negativo que de lo positivo.

Aunque considero los postulados evolucionistas, yo soy más de la escuela holista. Esta se basa en el principio dual del Universo, que desde su concepción tiene dos estados, la materia y la antimateria.

A esto se refiere el Yin y el Yan de los taoístas, que se basa precisamente en la dualidad,entre lo negativo y lo positivo.

Si bien la superficialidad de lo negativo en apareiencia es más fuerte, como causa del caos, también su contraparte, lo positivo, es importante porque es el generador del equilibrio.

Lo normal es que toda la realidad deba sucumbir al caos a través de la entropia, o sea el deterioro natural de la materia, es por ello que aparenta más fuerza que el equilibrio.

La mente ante esta realidad se ve más cautivada a luchar contra el deterioro por el objetivo instintivo de la sobrevivencia, generando un péndulo de lo bueno contra lo malo.

Sin embargo, la otra parte, la del equilibrio, que es más complicada, se hace menos atractiva. Es la parte lenta frente al frenesí del caos, sin embargo, es a través de esta otra faceta que la realidad logra su crecimiento o evolución.

Nada puede desarrollarse en un caos permamente, solo en equilibrio o estabilidad se pueden lograr los avances al siguiente estadío, pero esta última requiere más energía y por ende de más efuerzo, lo que va en contra de la naturaleza superficial de nuestra mente.

Siguiendo el principio de la Teoría de Sistemas, diríamos que el caos y el equilibrio se siguen una a otra, porque tienen sus ciclos en el devenir de la dialéctica.


Esto es precisamente sobre lo que estoy escribiendo en mi libro, para lo cual tomaré parte de las ideas de este blog, respetando siempre la autoría y se los hare de su conocimiento en el momento adecuado, para que lo puedan leer. Muchas gracias por tu aporte.

Pitiklinov dijo...

Pues muy contento de que te haya aportado cosas y muchas gracias

Miguel Figueroa Ingunza dijo...

Hay un termino muy interesante que los neurólogos llaman memoria Flas, relacionado al hipocampo, esa capacidad de recordar los detalles más minúsculos cuando a sucedido algo muy importante. y , normalmente, lo importante es lo negativo. Pitiklinov, podrías pasarme algún link de las citas que has mencionado. saludos

MLR dijo...

Buenisimo!!

Anónimo dijo...

EXCELENTE

comprendiendo todo dijo...

Ya intuía algo así sobre lo malo y lo bueno. Cuando nos sucede algo malo sólo nos queda encomendarnos al Todopoderoso. Saludos a ustedes amigos

comprendiendo todo dijo...

Ya intuía algo así sobre lo malo y lo bueno. Cuando nos sucede algo malo sólo nos queda encomendarnos al Todopoderoso. Saludos a ustedes amigos

Josep-Manel Vert dijo...

"Los libros de Psicología dedican el doble de capítulos a las emociones desagradables que a las desagradables" Corrígelo, que te ha salido el sesgo sin querer. Buen artículo. Importante. Quizá habría que añadir el "antídoto" posible y necesario para una vida más íntegra y saludable. Un abrazo!

Felipe dijo...

En mi trabajo acompañando el diseño de nuevos negocios, he encontrado un uso muy eficiente del Sesgo de Negatividad: En las sesiones de ideación, se generan muchas más ideas cuando indico a los asistentes que identifiquen problemas en su entorno, que cuando les pido que identifiquen oportunidades.

Si consideramos que atrás de todo problema existe una oportunidad de negocio (dado que podamos ofrecer una solución a quien tiene dicho problema), apalancarnos en este sesgo es una manera efectiva de obtener uno de los insumos clave a la hora de crear nuevos negocios.