sábado, 30 de diciembre de 2017

El Poder del Cotilleo

Los que seguís el blog ya sabéis que todo lo relacionado con la moral es uno de los hilos conductores del mismo. Hemos hablado en bastantes entradas recientes del gran boom moral , la “espiral” o “carrera de armas” moral que estamos viviendo. Decíamos en esta entrada sobre las nuevas religiones que a pesar de que se pensaba que cuando Dios despareciera nos íbamos a convertir todos en unos depravados morales parece que está ocurriendo precisamente lo contrario: aunque Dios ha muerto cada vez hay más “religiones” y los estándares morales no dejan de elevarse. Decíamos también en esta entrada que la indignación moral está a flor de piel en Internet y analizábamos cómo ha cambiado su expresión con las redes sociales. Ahora bien, la pregunta del millón es: ¿por qué está ocurriendo todo esto? Evidentemente, como todo en la vida, es inútil buscar una causa única porque todo es complejo y multicausal y en este caso tendríamos que hablar de factores culturales, sociales, políticos y hasta filosóficos. Pero yo quería hablar de un factor que creo que tenemos que meter en esa coctelera causal: el gran poder del cotilleo.

Hace unas entradas hablábamos del cotilleo desde el punto de vista evolucionista y decíamos que a pesar de su universalidad, a pesar de que nuestro apetito por la información social es enorme e insaciable y de la gran presencia que tiene en nuestras vidas ha sido muy poco estudiado por la Psicología y se ha considerado, erróneamente, un tema banal. Para recordar, manejábamos esta definición del cotilleo: el intercambio de información personal (positiva o negativa pero principalmente negativa), en un ambiente agradable, de una forma evaluadora (positiva o negativa, pero principalmente negativa) acerca de terceras personas ausentes.

Decíamos también que el cotilleo cumple varias funciones sociales pero quiero traer aquí la que para algunos es la más importante, su función moral. El cotilleo, además de para otras cosas, sirve reforzar el control social, las normas sociales y la cohesión, amistad y solidaridad del grupo. El cotilleo reduce la libertad individual e intenta conformar al individuo con las normas del grupo, marca los límites que no hay que cruzar. Por supuesto, la conformidad es esencial para la supervivencia del grupo, un grupo desunido en el que cada uno vaya por su lado no sobreviviría. El cotilleo sirve para que el pecador se corrija o para que todos aprendamos cómo comportarnos. Cuando oímos o vemos criticar a alguien por algo que ha hecho o ha dicho deducimos que también nos criticarían a nosotros si hiciéramos lo mismo, con lo que se promueve el conformismo. Las sociedades primitivas no tenían leyes escritas, pero desde luego que tenían leyes. Y una de las formas de promulgarlas y de mantenerlas en vigor ha sido el cotilleo y lo que vemos actualmente es que esto sigue ocurriendo de una forma my parecida a como se hacía hace 40.000 años cuando vivíamos en tribus. Lo que ha cambiado es la tecnología.

El boom moral actual creo que tiene mucho que ver con la aparición de las redes sociales que han potenciado el poder del cotilleo. Con la radio y la televisión por supuesto que había cotilleo pero era más un cotilleo vicario (by proxy, que dicen los anglosajones) en el que los periodistas se reunían y despellejaban (y despellejan que esto sigue existiendo) a las celebrities o famosos de la tribu y los demás participaban indirectamente de ello. Es verdad que la televisión acercó a personas que no tienen nada que ver con nosotros y los metió en el salón de nuestra casa de manera que sus vidas llegaron a importarnos como si fueran miembros de nuestro grupo. Pero Internet le ha dado una vuelta de tuerca más a este fenómeno y nos ha hecho a todos más miembros de la misma tribu, de la aldea global, aunque sea un tópico. Ahora nos encontramos con un fenómeno nuevo que es el cotilleo punto a punto o persona a persona a escala global. Ahora Ada Colau puede criticar directamente a Perez Reverte o cualquiera de nosotros puede afearle la conducta a cualquier político, estrella o a cualquier ciudadano particular…nos podemos criticar unos a otros y transmitir y contar los errores y maldades de otros a nuestros amigos de forma inmediata. Se acabó el anonimato de las grandes ciudades, vayas donde vayas las críticas te alcanzan. Lo que Internet ha hecho, a mi modo de ver, es multiplicar el poder del cotilleo y esto está produciendo el mismo ambiente asfixiante moral que se vivía antes en los pueblos donde todos se conocían.

Como ejemplo, podemos mirar a la famosa campaña MeToo de denuncias de acoso, uno de los fenómeno del año que ya acaba. Aunque algunos de estos casos están en los tribunales y en su día tendremos sentencia, la campaña ha consistido principalmente en que las mujeres hablen y compartan su caso, la conducta reprobable de la que fueron objeto. Este cotilleo (en el sentido serio, no banal del término) está redefiniendo las relaciones entre hombres y mujeres. Más adelante vendrán cambios de leyes y otras medidas pero lo que ha producido el impacto ha sido el hecho de compartir una información personal de terceras personas sólo que no en una mesa de cafetería sino en las redes sociales. Creo que es una ilustración del gran poder del cotilleo.

Pero hay que hablar también del lado oscuro del cotilleo, de su poder letal. El cotilleo no es ninguna broma porque destruye reputaciones. Una reputación es algo que cuesta mucho conseguir y mantener y, a la vez, es muy frágil…tan frágil que el cotilleo lo puede destruir de un plumazo. Y con la destrucción de la reputación de una persona viene su muerte social y tras la muerte social muchas veces la física. Todo tenemos una necesidad de pertenencia y de aprobación social y la exclusión y expulsión del grupo puede tener consecuencias demoledoras para la persona. Hemos asistido ya al suicidio de varias personas tras episodios de linchamiento moral en las redes. La última de la que tengo noticia es la de la actriz porno August Ames que se ahorcó tras una campaña de críticas contra ella en las redes donde se la acusó de homófoba por negarse a rodar con un actor que también hacia películas porno homosexuales. Otro ejemplo anterior es el de la cazadora Melania Capitan, tras recibir también insultos y amenazas. Hay que ser cautos y no podemos establecer una relación causal entre el acoso moral en las redes y el suicidio sin conocer la vida y las circunstancias de estas personas, que podían padecer depresión o tener otro tipo de problemas personales. Pero desde luego que un acoso como el que sufrieron es de tal gravedad que puede ser un factor más que ayude a desencadenar un resultado trágico si ocurre a la vez que unas circunstancias personales adversas.

Pero por debajo de todo esto creo que la diferente expresión del cotilleo según las épocas y tecnologías apoya el punto de vista de que existe una naturaleza humana. A los seres humanos de toda época y lugar les interesa la información social: saber quién se acuesta con quién, quién está enamorado de quién, quién es amigo o enemigo de quién, etc. Esta información es básica para navegar el mundo social y los que no se preocuparon de obtenerla estuvieron en inferioridad de condiciones y dejaron menos descendencia, por lo que somos hijos de cotillas. Hace 40.000 años se cotilleaba en la tribu junto al fuego o a la orilla del río. En otras épocas en la plaza del pueblo, en el patio de la comunicad de vecinos o en el parque. Y ahora en las redes sociales por lo que es evidente que hay matices y diferencias según las épocas y lugares. Pero seguimos sin poder sustraernos al poder del cotilleo.

@pitiklinov





viernes, 22 de diciembre de 2017

Creencias Funcionales y Creencias Sociales



La gente es aceptada o rechazada en base a sus creencias, luego una función de la mente puede ser sostener creencias que procuren al que las sostiene el mayor número de aliados, protectores y discípulos, más que creencias que sean verdaderas.
- Steven Pinker
Es peligroso tener razón en materias en las que las autoridades establecidas están equivocadas.
-Voltaire
Cualquiera puede creer en la verdad. Creer en algo absurdo es una prueba infalible de lealtad
-Mencius Molbug
Es difícil conseguir que un hombre entienda algo cuando su sueldo depende de no entenderlo
-Upton Sinclair

En esta entrada voy a comentar un par de artículos de blog que plantean una distinción muy interesante entre dos tipos de creencias. Esta distinción creo que nos puede ayudar a entender mejor el mundo que nos rodea. 

La entrada principal es la titulada Crony Beliefs, del blog Melting Asphalt, escrita por Kevin Simler. Comienza planteando que deberíamos considerar que las creencias en el cerebro son como empleados en una compañía. Los empleados son contratados para hacer un trabajo, a saber, ayudar a la compañía a conseguir sus objetivos. Si el empleado cumple este trabajo se queda, si no lo cumple es despedido. De la misma manera, podemos pensar que las creencias han sido contratadas por el cerebro para hacer un trabajo que es proporcionar una información precisa acerca del mundo (tranquilos que ahora ampliamos esto). Necesitamos saber dónde hay leones (para evitarlos), qué plantas se pueden comer y cuáles son venenosas, con quién se puede ligar porque está libre, etc. Cuanto más acertadamente reflejen  nuestras creencias la realidad, mejores acciones vamos a tomar en el mundo real y nuestra supervivencia y nuestro éxito reproductivo va a ser mayor. Si una creencia modela mal el mundo exterior deberíamos deshacernos de ella.

Hasta aquí todo claro, pero hay más. Imaginemos una compañía llamada Acme Corp. instalada en una pequeña ciudad llamada Nepotsville (de nepotismo). En esa ciudad existe una regla no escrita según la cual para poder hacer negocios allí las compañías deben contratar a amigos y familiares de los políticos del ayuntamiento. Las compañías que cumplen la regla reciben permisos y ganan contratos y las que no cumplen la norma reciben demandas judiciales y al final se las impide trabajar. En este tipo de ambiente, Acme se enfrenta a dos tipos de incentivos: uno pragmático y otro político. Por un lado, como toda compañía tiene que hacer proyectos, presupuestos, etc. y para hacer esto necesita seguir una meritocracia, es decir, contratar empleados eficaces, buenos trabajadores y despedir a los malos. Pero, al mismo tiempo, Acme necesita templar gaitas con los políticos y para ello necesita caer en un “amiguismo” por el que va a contratar a empleados “bien conectados” políticamente con el ayuntamiento y tiene que evitar que se despida a estos empleados aunque lo hagan mal, es decir, tiene que olvidarse de la meritocracia. Imaginemos que Acme contrata a un tal Robert, que es sobrino del alcalde y que a los 6 meses le va a evaluar. Robert es un trabajador terrible, pero se le trata con guantes de seda porque es el sobrino del alcalde. Desde luego no se le despide. Está claro que Robert es un empleado diferente, con él no rige la meritocracia.

Y esto es lo que sostiene Simler que ocurre con creencias muy locas y extrañas que tenemos los humanos: conspiraciones, aliens, creencias religiosas, políticas…Estas creencias no serían contratadas para que nos representen el mundo de forma fidedigna sino por sus ventajas sociales y políticas. Dicho de otra manera, al igual que la compañía Acme, el cerebro se tiene que manejar con dos sistemas de recompensa opuestos:

1- Meritocracia: tenemos que monitorizar que nuestras creencias reflejen bien el mundo real porque si vamos sin querer a un sitio donde hay leones perecemos. No podemos actuar en base a falsas creencias. A estas creencias “realistas” las vamos a llamar creencias funcionales.
2- Amiguismo: en estas creencias lo importante no es que reflejen bien el mundo real sino que nos ayuden a navegar el mundo social, a que no nos despidan, a que no nos echen del grupo. A estas creencias “amiguistas”, de valor “político” las vamos a llamar creencias sociales.

Robin Hanson lo explica de una manera parecida en esta entrada en la que compara a las creencias con la ropa. La ropa tiene que mantenernos calentitos, protegernos de heridas, ayudarnos a llevar cosas encima, etc., ese es su lado funcional. Pero la ropa también nos sirve para identificarnos con un grupo u otro, para señalar nuestras riquezas, profesión, estatus social, etc. Es decir, que la ropa tiene una función social. Con las creencias, repite Hanson, ocurre lo mismo, que también sirven para identificarnos con grupos, para señalar nuestra riqueza, profesión y estatus social. 

El punto detrás de todo esto, es que la función del cerebro no es encontrar la verdad, sino ayudar a los genes a hacer más copias de sí mismos. Por ello, si un cerebro anticipa que va a ser recompensado por adoptar una determinada creencia no tendrá ningún problema en hacerlo y no se pregunta si la recompensa viene por un motivo pragmático (porque ayuda a tomar mejores decisiones en el mundo real) o por un motivo social (porque va ser mejor tratado por sus iguales), o por una mezcla de las dos. Ya os dais cuenta de que la separación entre estos dos tipos de creencias no es total y que hay un solapamiento, por ejemplo las creencias sociales son funcionales porque llevan a resultados pragmáticos de mayor supervivencia…pero vamos a continuar con la distinción a efectos de la argumentación general de que hay creencias más útiles en el mundo real y creencias más útiles en el mundo social.

Es importante esta distinción, a mi modo de ver, porque normalmente nos olvidamos de las creencias sociales y no nos damos cuenta de lo  importantes y omnipresentes que son. A cualquier sitio que miremos nos encontramos con presiones para adoptar creencias sociales. En el trabajo nos recompensan si creemos cosas buenas acerca de la empresa. En la iglesia nos recompensan si tenemos fe y nos excomulgan si adoptamos una herejía. En política ocurre exactamente lo mismo y se recompensa seguir la línea del partido y se castiga no seguirla, etc. 

Si alguna vez has querido creer algo, pregúntate de dónde viene ese deseo. Pista: no se trata solo del deseo de creer que ese algo es verdad. Resumido: Igual que el dinero puede pervertir la investigación científica, los incentivos sociales tienen el potencial de distorsionar las creencias.

Hasta ahora hemos descrito al cerebro como “respondiendo a incentivos”, lo que le adjudica un rol pasivo. Pero hay que adoptar también otra perspectiva, la de que los cerebros adoptan activamente creencias sociales para influenciar a otra gente. En otras palabras, usamos las creencias sociales para posturear. Unas veces nos puede interesar adoptar unas creencias para pasar desapercibidos, otras para hacernos notar y señalar lo  independientes que somos, otras para adular al que manda, otras para señalar lo buenos que somos y nuestra superioridad moral (el virtue signalling tan generalizado en las redes sociales), etc. Hay que tener presente también que tenemos que posturear ante diferentes audiencias y que las creencias que nos vienen bien ante amigos igual nos perjudican ante nuestros compañeros de trabajo o de partido, por ejemplo. Así que la interacción entre estas dos creencias es complicada.

Simler lanza la hipótesis de que los incentivos sociales son la raíz de todos nuestros grandes errores de pensamiento. Imaginemos que en vez de Homo sapiens fuéramos la especie Solo sapiens, una especie igual de inteligente que la Homo pero sin vida social. En este caso, nuestras mentes serían unas limpias y eficaces máquinas de procesar información intentando simplemente  hacer el mejor modelo del mundo posible. Seguro que produciría errores debido a los factores normales: información imperfecta, tiempo limitado, limitada capacidad de procesamiento. Pero estos errores serían pequeños y corregibles. Nada que ver con los groseros, sistemáticos y terribles errores de las creencias sociales. Vivimos con otra gente y el problema es que los demás nos recompensan por creer falsedades y nos castigan por creer la verdad

Dos matices, uno de los cuales ya lo señalaba de paso. Una creencia puede servir a un propósito funcional y a uno social a la vez. Por ejemplo “mi equipo es el mejor, el más competente” tiene una función social que ayuda al equipo y también a mí en cuanto hace que no me echen de él. El segundo matiz es que no siempre una idea social es falsa y una funcional verdadera. Lo que las distingue no es que sean falsas o verdaderas sino el mecanismo por el que se nos recompensa por tener esas ideas. Pero en general las ideas funcionales es más probable que sean verdaderas. En la tabla tenéis las características de los dos tipos de ideas.

Identificar las creencias sociales

Vamos ahora con la pregunta del millón: ¿cómo podemos saber cuáles de nuestras creencias son sociales? Es decir, nuestra mente debería saber de alguna manera que una creencia es social para no despedirla creyendo que es una mala creencia funcional y arriesgarnos así a un grave costo social. Pues deberíamos esperar que con las creencias funcionales (las que tratan de representar bien el mundo) deberíamos tener miedo a equivocarnos y desearíamos ser criticados y corregidos. Con una creencia funcional no hay problema en que nos digan que estamos equivocados y corregirla. Si me dicen que el partido de fútbol de mi hijo no es a las 6 de la tarde, como yo creía, sino a las 5, pues yo encantado, ningún problema. Pero las creencias sociales son otro asunto. Como no buscan reflejar bien la realidad no tenemos necesidad de desear que nos las critiquen, sino mas bien todo lo contrario. Es más, las creencias sociales necesitan ser protegidas de las críticas, porque no serían capaces de soportarlas. Por ello, debemos esperar que nuestro cerebro adopte una actitud de protección y defensa de nuestras creencias sociales.

Las creencias sociales deberían tener estas características: 

  • Abstractas y no prácticas. Las creencias funcionales tienen valor porque reflejan bien el mundo y nos ayudan a elegir buenas acciones. Si una acción (como votar) no produce beneficios materiales de algún tipo entonces es una creencia social.
  • Beneficio de la duda. Cuanto más ciega una idea (religiosa, política, etc) más posibilidad de que sea social.
  • Visibilidad. Cuanto más destacada y manifiesta, cuanto mayor sea nuestra necesidad de hablar de esa creencia, de exhibirla como un pin, más probable que sea social.
  • Exceso de Confianza. Las creencias sociales tienen más valor social cuanto más confianza tengamos en ellas. 
  • Resistencia a apostar. Apostar a una creencia es como actuar en base a ella. Si no estamos dispuestos a apostar por ella es que alguna parte de nuestra psique sabe que es  poco probable que sea verdad.
  • Fuertes emociones. El signo más distintivo de una creencia social es que de lugar a unas fuertes emociones, como sentirnos orgullosos de esa creencia o sentir angustia ante la necesidad de tener que cambiarla, o ira si somos criticados. Estas emociones no tienen sentido en una creencia funcional pero por supuesto tienen todo el sentido en una creencia social ya que necesita especial protección porque no resistiría el desafío propio de una meritocracia.

El cambio climático, política, religión y otras creencias como creencia social

El artículo de Simler llega aquí a un apartado bastante provocador donde acusa al lector (piense lo que piense) de que su creencia sobre el cambio climático es social (amiguista). El lector puede objetar que su postura es muy razonada, que ha leído mucho y que por eso cree X y no Y. Pero el argumento de Simler es el siguiente. Simler no acusa al lector (sea quien sea) de que su creencia es falsa…la acusación es que es social, es decir que el mecanismo de recompensa de esa creencia es social. ¿Por qué? Porque no hay forma de actuar en base a esa creencia. Es decir, no hay acciones que yo pueda tomar cuya recompensa (para nosotros como individuos) dependan de que esa creencia sea verdadera o falsa. Este sería el caso por ejemplo de un inversor de un hedge fund que hubiera puesto dinero en que el clima va a evolucionar de una manera o de otra. Para la mayoría de nosotros, nuestros incentivos por esa creencia respecto al cambio climático provienen completamente de otra gente, no de la verdad o falsedad de la creencia.

Pero este argumento sobre el cambio climático vale para otros tipos de creencias diferentes:

  • Las creencias políticas, como qué candidato nos va a llevar a la prosperidad o si el control de armas salva vidas.
  • las creencias religiosas, como si Dios aprueba el control de natalidad o si el Islam es una religión de paz
  • Las creencias éticas, como si los animales son personas o la respuesta a los problemas morales sobre tranvías.
  • Las creencias acerca del yo, como “Soy una buena persona” o “Tengo libre albedrío”
  • Las creencias acerca de los grupos de identidad, como si hombres y mujeres tienen diferencias estadísticas en aptitudes o preferencias o si ciertas razas son peor tratadas por la policía.

El argumento de Simler es que dado que es imposible actuar en base a estas creencias no hay fuentes legítimas de recompensa para ellas. Sin embargo, tenemos enormes recompensas sociales por parte de nuestro grupo por profesarlas. Tengo que manifestar que yo en este punto tengo mis dudas y no estoy del todo con Simler aunque reconozco que tiene un buen punto de razón. Por ejemplo, a James Damore le han despedido de su trabajo por tener ciertas ideas acerca de las diferencias medias entre hombres y mujeres y en este punto tiene razón Simler que la recompensa o castigo, (en este caso el castigo) le ha llegado de los demás, del grupo (la empresa) y no por el hecho de que su creencia fuera verdadera o falsa en el mundo real. Pero un creyente religioso puede realizar un suicidio con explosivos y en este caso la recompensa o castigo le llega por el mundo real, no por el social. En fin, interesante cuestión para debatir.

Conclusiones

A pesar de las pegas, creo que esta distinción entre creencias funcionales y sociales es muy interesante para pensar sobre el mundo y si no sabemos diferenciarlas vamos a cometer muchos errores. Un ejemplo que se me ocurre es lo que han hecho los nuevos ateos como Dawkins. Dawkins se ha empeñado en criticar las creencias religiosas porque son irracionales y están desbancadas por la ciencia. ¿Qué está haciendo Dawkins? Pues está confundiendo claramente una creencia social y la está tratando como una creencia funcional con el resultado por todos conocido…que no ha tenido ningún éxito. El mismo error lo he cometido yo en la entrada anterior cuando doy argumentos (copiados de Browne la mayoría) contra la idea extendida en nuestra sociedad de que las diferencias sexuales se deben a la socialización. Yo también estoy tratando esta creencia como si fuera funcional cuando claramente es una creencia social. No tiene ninguna pinta de que la gente vaya a cambiar esa creencia en base a argumentos racionales.

Y esto nos lleva a cuál podría ser la solución para que los seres humanos podamos tener creencias que se ajusten más a la realidad. La solución, según Simler, es enseñar racionalidad y pensamiento crítico a todo el mundo en la sociedad para conseguir que toda la comunidad llegue al acuerdo de recompensar a los demás por la fidelidad o precisión de sus creencias. Es decir, que llegara a ser una norma de la sociedad recompensar a las personas por la racionalidad con la que nos comuniquemos. Ni que decir tiene que esto se me antoja verdaderamente difícil. En lo que sí estoy de acuerdo es en que, dado que la recompensa de las creencias sociales procede del mundo social, hay que cambiar algo en el mundo social. Lo que no alcanzo a ver es cómo se puede conseguir eso.

Nota: el artículo de Simler tiene un Apéndice donde trata el tema de las diferencias entre las creencias sociales y las mentiras.

@pitiklinov







sábado, 16 de diciembre de 2017

La socialización no explica las diferencias sexuales


Me parecía claro que cualquier diferencia entre los sexos en las capacidades de pensar eran debidas a las prácticas de socialización, artefactos y errores en la investigación y a sesgos y prejuicios. Después de revisar una pila de artículos de revistas que ocupaban varios pies de altura y numerosos libros y capítulos de libros que hacían enana la pila de artículos, cambié de opinión.
-Diane Halpern, Sex differences in Cognitive Abilities

Las diferencias entre los sexos en sus temperamentos y sus capacidades cognitivas apreciables, por ejemplo, en las elecciones de carrera o en las diferencias en el mundo del trabajo, son generalmente aceptadas aunque hay una falta de consenso acerca de sus causas. La explicación más aceptada actualmente es la basada en una orientación sociológica y sostiene que las diferencias que observamos son puramente una creación social. La sociedad, se nos dice, crea esas diferencias al tratar a individuos funcionalmente idénticos de forma diferente. Los hombres son más competitivos y tendentes al riesgo y las mujeres más cooperadoras y con más aversión al riesgo  porque han aprendido estos rasgos desde pequeños debido a una diferente socialización por parte de padres, maestros e iguales. Por otra parte, no se pueden refutar estos argumentos porque se asume que cualquier demostración de la existencia de influencias sociales en las diferencias sexuales implica la inexistencia de influencias biológicas. En esta entrada voy a presentar las razones por las que la socialización es una explicación insuficiente de las diferencias entre los sexos. Lo voy a hacer siguiendo a Kingsley R. Browne en su libro Biology at Work.

La cuestión que vamos a tratar en esta entrada no es si existen las influencias sociales en los roles sexuales; es evidente que existen y son importantes. Por ejemplo, hay estudios en los que se hace creer a adultos que un bebé es una niña y éstos dicen que es “dulce” mientras que si creen que es un niño dicen que es “fuerte”. La cuestión es si la existencia de esas influencias sociales son toda la historia y si su mera existencia significa que debemos descartar las influencias biológicas porque no son relevantes. El argumento nuclear, por tanto, de la socialización es que padres, maestros e iguales tratan a hombres y mujeres de forma diferente desde la cuna reforzando estos estereotipos durante toda su vida. Desde el mismo momento del parto niños y niñas son adoctrinados en las expectativas de la sociedad  acerca de sus conductas apropiadas a su sexo. Vamos a ver los problemas de esta postura.

Aparición temprana de diferencias sexuales

La aparición temprana de muchas diferencias sexuales hace que sus orígenes sociales sean dudosos. Los niños generalmente no pueden identificar su sexo hasta los dos años y medio o los tres años de edad y en los siguientes dieciocho meses a dos años aprenden a identificar el de los demás. No es hasta los cinco años de edad que los niños empiezan a modelar su conducta según la de los otros niños de su mismo sexo. Pero muchas diferencias sexuales son anteriores a estas edades. Algunos niños aparentemente discriminan entre caras de adulto de hombre o mujer a los cinco meses de edad y para los doce meses algunos pueden distinguir entre hombres y mujeres incluso cuando se altera el peinado y la ropa para hacerlos más similares. También parece que prestan más atención a otros de su mismo sexo en la infancia.

Con un año de edad las niñas muestran más rechazo a separarse de las madres y más deseo de retornar tras ser separadas. Incluso a esa edad, los niños son más exploradores, más independientes y más activos. Los niños tienen un nivel de actividad mayor desde el primer año de edad y esta diferencia se mantiene durante toda la infancia. Diferencias en la elección de juguetes existen incluso en niños de un año de edad. En un estudio de niños de 1-5 años de edad el tamaño del efecto de las diferencias iba de 0,54 a 1,92. La última revisión sobre las diferencias sexuales en la elección de juguetes, de Noviembre de 2017, encuentra que influyen tanto factores innatos como sociales.

A los dos años de edad, los sexos difieren, además de elección de juguetes, en agresividad y en miedo. Niños de dos años tienden a alejarse más en sus juegos, juegan más fuera, al aire libre, y muestran más agresividad que las niñas. La temprana aparición de estas diferencias ha llevado a la psicóloga Anne Campbell y colegas a sugerir que “los substratos neuroanatómicos y neuroquímicos de la búsqueda de estatus de los hombres pueden estar establecidos realmente muy pronto”. 

Como decíamos, las diferencias en la elección de juguetes tiene un componente de aprendizaje pero eso no es toda la historia. Los niños pueden exhibir preferencias sexuales diferentes de juguetes incluso antes de poder identificar qué juguetes son “apropiados a cada sexo” por sí mismos. Cuando llegan a los 3-4 años de edad, los niños justifican las elecciones de juguetes de otros niños en base a estereotipos de rol sexual pero no justifican sus propias preferencias en esos términos. Más bien, justifican sus preferencias en base a lo que el juguete hará o a otras características del juguete. También sabemos que las niñas con hiperplasia adrenal congénita tienen elecciones de juego, y conductas en general, más parecidas a las de los niños. Asimismo, monos y primates muestran las mismas diferencias de elección de juguetes que los niños y en este caso es muy difícil atribuirlas a la socialización.

La preferencia por jugar con niños del mismo sexo aparece en el tercer año en niñas y en el cuarto en niños pero estas preferencias a menudo se desarrollan antes de que los niños puedan identificar de forma fiable qué niños son del mismo sexo que el suyo. Como Eleanor Maccoby ha señalado, un sesgo innato a jugar con el mismo sexo es posible ya que esta misma segregación por sexos aparece en primates no humanos entre los que la transmisión cultural de estereotipos de género es seguramente mínima.

Las tres influencias primarias más importantes que actúan sobre los niños son los padres, los maestros y los pares/iguales, es decir el conjunto de niños de su misma edad con los que tienen relación. Estas fuerzas pueden tender a exagerar o minimizar las tendencias naturales de los niños. Hay razones para pensar que en muchos casos -especialmente en el de las escuelas y maestros- la influencia es hacia minimizar y no a aumentar las diferencias sexuales. Vamos a verlo.

Padres

Los padres son considerados los grandes culpables de la socialización sesgada en cuanto a los roles sexuales. Pero hay que empezar por darnos cuenta del tremendo error que es considerar que la relación causal entre conducta paterna y conducta de los hijos sólo va en una dirección, es decir, en la de que la conducta de los padres causa la conducta de los hijos. Nos olvidamos de que la conducta paterna puede ser debida a preferencias preexistentes por parte de los niños y que esas preferencias previas dan lugar a un tratamiento o a una respuesta diferente por parte de los padres. Este fallo en tener en cuenta que los padres responden a diferencias en los niños y que la causalidad va en las dos direcciones conduce a sobreestimar el impacto de la socialización. Por ejemplo, se han atribuido diferencias en necesidades emocionales a la mayor frecuencia con la que los padres tienen en brazos a sus hijas creando así en las mujeres un mayor deseo y necesidad de intimidad emocional. Este argumento implica que la conducta paterna es la que crea la necesidad de intimidad emocional y es muy probable que sea al revés. Un estudio de sujetos ciegos al sexo del recién nacido encuentra que las niñas eran mucho más “mimosas” que los niños con unos tamaños de efecto  de 0,69 y 0,80 para los experimentadores femeninos y masculinos, respectivamente. Estos hallazgos hacen problemático concluir que las diferencias emocionales posteriores son causadas por el diferente trato de niños y niñas. La explicación más probable es que los padres son más mimosos con niños o niñas más mimosos.

Pero es que el tema de la importancia de los padres en la inteligencia, personalidad y conducta de sus hijos tiene otros problemas de los que hablamos en la entrada sobre el libro de Judith Rich Harris, el Mito de la Educación. Los datos de estudios de gemelos y de genética de conducta nos dicen que es mucho menor de lo que nosotros pensamos. Los hermanos gemelos idénticos criados juntos no son más parecidos que los criados por separado y dos hermanos adoptivos criados en la misma familia no se parecen más que dos personas al azar. Gemelos a los que sus padres visten igual no son más iguales que lo que son vestidos de forma diferente ¿Por qué son tan diferentes los hermanos? Creo que es importante para el tema que estamos tratando la conclusión de Nancy Segal, experta en el estudio de gemelos, con respecto a los gemelos idénticos: “el parecido  en personalidad y autoestima de los gemelos idénticos procede de sus genes, no de ser tratados de la misma manera por los demás”. Es decir, su similar tratamiento procede del hecho de que provocan similares respuestas en los demás, basadas en su conducta.

Los genetistas llaman a este proceso correlación gen-ambiente activa o evocativa: el concepto de que respondemos a la gente basándonos en nuestras percepciones  de su ánimo, acciones y talentos. Cuando los padres responden animando a un niño tímido a ser más social o conteniendo a un niño travieso para que no hable cuando no le toca o cuando los padres apuntan a clases de natación a un niño que disfruta con el agua, están personificando una correlación gen-ambiente. Los padres educan a los hijos pero los hijos también educan a los padres. Los padres saben muy bien que la forma en que responden a un hijo obediente no funciona con el hijo rebelde y -consciente o inconscientemente- adaptan sus prácticas de crianza de acuerdo con el temperamento y los talentos de cada hijo. Como decía Morton Zuckerman: “todos los padres son ambientalistas hasta que tienen su segundo hijo”.

Escuela

A la escuela también se le culpa de la crianza sexista de los niños. Se dice que los maestros refuerzan los roles de género específicos de cada sexo. De nuevo, hay poco apoyo para esta idea. Una visión más acertada es que las maestras (el 95% de los maestros de educación infantil son mujeres) refuerzan positivamente conductas femeninas tanto en chicos como en chicas y refuerzan negativamente conductas masculinas en los dos sexos. Por ejemplo, Burke encuentra en este estudio que cuanto más femenina es la conducta de niños y niñas mejores son las notas en todas las materias independientemente del sexo del profesor.

Hubo un estudio del año 1991 de la American Association of University Women que alimentó mucho esta percepción de la socialización sexista porque decía que los maestros prestaban más atención a los niños que a las niñas. Lo que no explicó la prensa es que los niños se ofrecen más como voluntarios que las niñas, preguntan más y que la mayor parte de la atención que recibían los chicos era negativa, es decir para reprenderles y para castigarles. Tampoco hay que olvidar que el hecho de que las niñas saquen mejores notas a todos los niveles no encaja con esta supuesta discriminación o menor atención. Por otro lado, el grado de segregación por sexos en las escuelas es inversamente proporcional al grado de control que ejercen los maestros. En clases en las que deciden los maestros, hay menos segregación en clase que en los recreos. Pero cuando los maestros dejan que los niños escojan libremente los asientos, los niños se suelen sentar con niños y las niñas con niñas. Así que parece que las fuerzas culturales lo que intentan es contrarrestar una tendencia natural a la segregación más que crear una segregación de origen social.

Pares

Probablemente la influencia más potente en los niños son sus iguales. Esto es lo que sostiene también Harris. Hacia los cinco años aparece en los niños la presión del grupo para no parecer “mariquita” o afeminado o hacer cosas de chicas. Se suele mantener que estas expectativas de roles son más perjudiciales para las chicas pero no parece que “marimacho” y “mariquita” sean términos igual de peyorativos: muchas mujeres presumen de haber sido “marimachos” de niñas y de haber jugado con chicos a juegos de niños pero pocos hombres presumen de haber sido “mariquitas”.

Las conductas de juego de niños y niñas, que suelen ser muy sexistas, no son enseñadas por los padres o maestros sino que, más bien, son aprendidas en la cultura del niño. Y esto nos lleva a una pregunta muy interesante: ¿Por qué están los niños tan predispuestos a marcar esos límites de sexo? Muchos padres y maestros se esfuerzan en proveer un ambiente no diferenciado por sexos y los niños en las sociedades actuales no ven a sus padres interactuando solo con personas de su mismo sexo. Abundan las anécdotas de padres que no querían que sus hijos jugaran con armas pero se encontraron con que sus hijos buscaron alternativas como palos, plátanos o incluso muñecas Barbie. Uno debe preguntarse por qué padres que intentan conscientemente evitar los estereotipos acaban con niños que tienen en el fondo las mismas ideas acerca de los roles de sexo que los demás. Y esto nos lleva ante una cuestión muy interesante:

Instinto frente a Aprendizaje

La aparente facilidad de los niños para asimilar los roles de sexo y su atención a los miembros de su propio sexo requiere una explicación. Una explicación puramente sociológica da por sentada la respuesta. Los padres intentan con el ejemplo y la enseñanza conseguir que los niños arreglen sus habitaciones, coman vegetales, cierren la puerta, no dejen todo tirado, hagan sus deberes y se porten bien con sus hermanos. Y sin embargo, la mayoría de estas cosas son difíciles de conseguir. ¿De donde viene entonces que la norma “actúa como un chico” o “actúa como una chica” sea tan fácilmente asumida? La respuesta más probable es que los niños están biológicamente predispuestos a internalizar los roles de sexo de la misma manera que están predispuestos a aprender una lengua.

La evidencia de que la conducta está influida por el aprendizaje no desacredita una explicación biológica. El psicólogo Isaac Marks dijo: “todas las especies aprenden unas cosas más fácilmente que otras, una facilidad moldeada por la selección natural según sus ambientes particulares. Lionel Tiger también señala que una de las maneras más fructíferas de conocer la psicología humana o la de otros animales es preguntarnos qué es lo que aprenden fácilmente. Por último, Marty Seligman habla del “aprendizaje preparado” (prepared learning) para referirse a lo mismo, a que unas asociaciones se aprenden más fácil que otras

La psicóloga Linda Mealy lo expresa de la siguiente manera: ”el aprendizaje de los roles de sexo puede ser considerado un tipo de aprendizaje preparado biológicamente: los chicos y chicas parecen estar biológicamente predispuestos a mostrar atención a las diferencias de género de los demás y a preocuparse por la idoneidad de su propia conducta”.

Conclusión sobre el efecto de padres, maestros  e iguales

Cuando la gente dice que padres, maestros e iguales actúan de una manera sesgada hacia el niño, asumen generalmente que estas conductas de padres/maestros/iguales influencian la conducta y personalidad del niño. La gente asume que si le dices a un niño: “no seas agresivo” entonces el niño no va a ser agresivo; y si los padres le dicen: “sé más agresivo”, que el niño será más agresivo. Como se asume que se dan mensajes diferentes a niños y niñas pues entonces la diferencias en agresión serían consecuencia de estos diferentes mensajes. Pero este enfoque simplista sobrevalora el poder de estas influencias (como sabe cualquier padre) y no tiene en cuenta la selectividad con la que cada niño responde a los mensajes que recibe. Niños diferentes responden de manera diferente a los mismos mensajes.

Como hemos visto, lo que parece ser un tratamiento diferente basado en el sexo es a menudo un reflejo de rasgos temperamentales preexistentes que evocan diferentes conductas paternas. Para aquellos casos en lo que existe un tratamiento diferencial la pregunta sigue siendo cómo es de potente la influencia paterna en los hijos. Y la respuesta es que es muy débil. Los padres intentan controlar los valores, intereses y personalidades de sus hijos con muy poco éxito. Como decíamos antes, a partir del segundo hijo los padres ven que tienen que abandonar la idea de que el ambiente de casa es el que moldea la personalidad de los hijos porque ven que las diferencias entre sus hijos son mucho más grandes de lo que se puede explicar por cualquier tratamiento diferente que puedan haber recibido. Los padres pueden desviar algún grado la personalidad de su hijos pero por supuesto no pueden cambiar los rasgos básicos de personalidad de sus hijos.

La posición sociocultural más fuerte cree que las influencias ambientales son determinantes en la personalidad y preferencias. Pero esta visión no encaja con el hecho de que la personalidad es bastante estable a lo largo de la vida. Si la personalidad  fuera tan sensible a los cambios en el ambiente y al construccionismo social deberíamos esperar que la edad, los cambios de circunstancias vitales y los sucesos vitales dieran lugar a cambios dramáticos en la personalidad a lo largo del tiempo. Pero parece que este no es el caso. Y sabemos que los rasgos de personalidad tienen una heredabilidad media del 50%, así que todo no es el ambiente.

La suposición  de que todo refuerzo es igualmente efectivo subyace a mucha de la literatura en este área, pero la realidad es más compleja ya que los niños son muy selectivos en la respuesta al feedback que reciben. Sus respuestas dependen del tipo de conducta de que se trate y de la identidad de la persona que provee el feedback. El refuerzo para actuar de una manera más femenina afecta a las chicas más que a los chicos mientras que el refuerzo para actuar de forma más masculina afecta más a los chicos. Los dos sexos reciben un feedback negativo en cuanto al nivel de actividad en clase pero los chicos tienden a ignorar ese feedback. También ambos sexos reciben un refuerzo negativo con  respecto a la agresión pero con frecuencia ese feedback resulta en una intensificación o continuación de la agresión en los chicos. Todos los niños (y especialmente los chicos) se ven más influidos por el feedback que reciben de los de su mismo sexo que de los del sexo opuesto.

Implícito en las teoría sociales, al menos en las versiones más duras, está la noción de que si los niños fueran criados como niñas y las niñas como niños sus mentes y sus comportamientos serían inversos. Por supuesto, sabemos que esto no es así. Tenemos los casos de David Reimer y los niños afectos de extrofia vesical o los casos de los guevedoces, el déficit de 5-alfa reductasa que nos muestran que esto no es lo que ocurre.

Para acabar, voy a referirme a un experimento muy elocuente que ya hemos tratado también en el blog. Me refiero al caso de los kibutz de Israel, lo más parecido a un experimento de laboratorio que tenemos. El movimiento socialista de los kibutz se basó en una ideología igualitaria de género y se establecieron con el objetivo especifico de reparar “la tragedia biológica de las mujeres” que causaba que las mujeres fueran dependientes de los hombres y supeditadas a la esfera doméstica. En los kibutz los niños ya no vivían con los padres, las cocinas eran comunitarias y se esperaba que hombres y mujeres compartieran los puestos de trabajo y el poder político. La versión fuerte de esta ideología duró aproximadamente una generación y se acabaron reproduciendo los roles sexuales, por deseo de las propias mujeres.

@pitiklinov

Referencia:







jueves, 14 de diciembre de 2017

Cotilleo y Evolución



                                                COTILLEO Y EVOLUCIÓN

Pablo Malo, Juan Medrano, Jose J. Uriarte (2010)

Introducción

            Probablemente más de un lector se sorprenda al encontrarse este tema de estudio en un libro supuestamente serio. Esperamos, sin embargo, que después de leer sobre los diferentes aspectos que vamos a tratar a continuación se convenza de que el cotilleo no es ningún tema menor y que no debemos subestimarlo. Como veremos enseguida, puede cumplir gran número de funciones en nuestra vida social y el mero hecho de que la televisión le dedique tal número de horas todos los días y otros medios de comunicación  (revistas, etc) litros y litros de tinta, y hojas y hojas de papel semanalmente, debería ponernos sobre la pista de que estamos ante un tema fundamental en la vida de las personas. Se calcula que al menos el 60% de las conversaciones de adultos giran sobre una persona que no está presente ( Emler,1994;Levin y Arluke, 1985) y muchas veces de una manera maliciosa. Muchas de las principales religiones consideran el cotilleo como pecado( por ejemplo, existen admoniciones contra él en el Levítico o el Eclesiastes, en el Islam y también iría en contra del principio del habla correcta del Budismo) y hablar mal acerca de alguien puede generar sentimientos de culpa o de violación de una norma moral (Yerkovich, 1977). A pesar de ello no podemos evitarlo y nos sentimos atraídos por la vida y andanzas de los demás y movidos a opinar y discutir sus errores y debilidades.  Por otro lado, no se trata de un fenómeno banal ya que por medio de él se puede afectar la reputación de una persona, violar su intimidad,engañar, malinformar, romper relaciones o crear enemistades, por citar algunas de sus consecuencias. Estos leves apuntes  así como el hecho de que estamos ante un fenómeno ubicuo y universal (Foster,2004),-a pesar de ser sancionado socialmente-, documentado en todas las culturas, nos ponen sobre la pista de que nos encontramos ante algo importante.
            El hombre es un animal social. El mundo social es para él más importante que el físico y el éxito a la hora de encontrar trabajo, pareja y , en definitiva, hacer más copias de sus genes va muy ligado a su capacidad para navegar  el mundo social. Para funcionar bien en un entorno social es fundamental disponer de información acerca de los que tenemos alrededor. El hombre ha vivido durante miles de años en pequeños grupos con interacciones cara a cara donde se conocían todos. Saber quién está aliado con quién, quién odia a quién, quién quiere a quién o quién se acuesta con quién era una información muy valiosa, o incluso esencial para tener éxito a la hora de realizar las propias alianzas, de escoger pareja, etc. Sin embargo, las interrelaciones sociales son complejas y es imposible encontrarse presente cuando muchas de estas interacciones ocurren y absorber la información directamente ( Foster, 2004). Por ello, la gente se muestra ansiosa por obtener esta información indirectamente a través de intermediarios. La transmisión de esta información- el cotilleo- se puede considerar un instinto social básico.
            Es por ello que diferentes autores evolucionistas- y psicólogos en general- han abordado esta cuestión desde diferentes ángulos. Probablemente, dada la vastedad de la materia, no vamos a poder ser exhaustivos y se nos van a quedar puntos de vista en el tintero pero esperamos que lo que vamos a comentar sirva por lo menos como introducción y despierte la curiosidad del lector por este interesante fenómeno.
            El primer problema con el que nos vamos a encontrar -como en cualquier otro campo- es la definición de lo que consideramos cotilleo. Como es sabido, es casi imposible definir ningún concepto. Todos entendemos de qué estamos hablando hasta que se nos pide que lo definamos, y el cotilleo no iba a ser menos. No existe una definición consensuada así que, de forma arbitraria, vamos a considerar cotilleo a las conversaciones evaluadoras ( es importante el componente de evaluación y no simplemente de pasar información) o comentarios entre conocidos acerca de la vida o asuntos personales de una tercera persona que no está presente y que forma parte del entorno social de las personas implicadas ( Wert y Salovey,2004). Muchos autores y diccionarios, así como el saber popular, añaden el matiz de que la charla suele ser maliciosa o negativa y vamos a admitir por tanto esta posibilidad. Pero también vamos a incluir en nuestro análisis – y en esto nos distanciamos de otros autores- el instinto o la necesidad de saber  cómo viven los demás sus vidas y de valorar lo que hacen o dejan de hacer. Esta necesidad de meter nuestra nariz en los asuntos de los demás, de escuchar y prestar atención a la vida de los demás, la podemos experimentar estando solos en casa, por ejemplo, viendo la televisión, aunque no hablemos con nadie. Vamos a incluir también la utilización de redes sociales y otros medios electrónicos ( chats, foros, etc.) de más reciente aparición. La posibilidad de cotillear compartiendo nuestras ideas con contertulios virtuales no existía en tiempos pretéritos y es resultado del avance de los medios de comunicación pero, como luego veremos, creemos que surge de los mismos instintos sociales básicos.
            Un aspecto muy bonito -y sutil- que destaca Spacks ( Spacks, 1982) es el de la “atmósfera” que envuelve la situación de cotilleo y que la hace fácilmente reconocible. Se trata de un ambiente de intimidad, de cierto entusiasmo y a menudo de sorpresa y revelación. Este ambiente encaja con las opiniones de Dunbar que luego comentaremos  (Dunbar, 1996).
            Resumiendo, y con las matizaciones anteriores, creemos que puede servirnos la siguiente definición operativa de cotilleo: el intercambio de información personal (positiva o negativa), en un ambiente agradable, de una forma evaluadora ( positiva o negativa)acerca de terceras personas ausentes.

Funciones Sociales del Cotilleo
           
            Un artículo de Stirling del año 1956 ( Stirling,1956) describió las cuatro funciones básicas que cumple el cotilleo y que se encuentran en la mayoría de autores posteriores:
     Facilitar el flujo de información
     divertir, entretener
     reforzar el control social, las normas sociales y la cohesión, amistad y solidaridad del grupo.
     Dar salida a la agresividad e influir en el mundo social.

            A través del cotilleo el individuo obtiene un mapa de su entorno social. Por otro lado, la información no está distribuida por igual en una sociedad por lo que el cotilleo es una forma valiosa de distribuirla. También se reconoce que el cotilleo puede elevar el nivel social del cotilla ( Baumeister y cols, 2004), como luego comentaremos en el apartado evolucionista, ya que el oyente infiere que el cotilla está en posesión de un conocimiento especial o un entendimiento mayor de las normas y reglas sociales.
            Aunque el cotilleo implica la transmisión de información, muchas personas refieren que lo realizan por puro divertimiento ( Spacks, 1982). Gelles señala ( Gelles,1989) que su estructura narrativa de contar historias satisface las emociones de forma similar a la literatura. Aunque podríamos darle la vuelta a la afirmación y postular que la literatura ( especialmente la novela) con su capacidad de introducirnos en la vida de personajes ficticios se aprovecha de la existencia de instintos sociales previos que nos inclinan al cotilleo. Probablemente no es casual que el 40% de la literatura inglesa de ficción sea novela rosa. Podemos considerar a la literatura como un “estímulo supernatural” de los que vamos a hablar luego en el apartado evolucionista (Barrett,2010). Hay que tener en cuenta también que, antiguamente, antes de la aparición de las novelas, la radio, la televisión y otros adelantos tecnológicos, el cotilleo ( en el patio, en la plaza pública o en reuniones privadas) era una de las pocas posibilidades de entretenimiento.
            En el mundo laboral el cotilleo puede aliviar también la monotonía y relajar tensiones. Muchas personas cuando se les pregunta por su consumo de programas televisivos de cotilleo responden que ya están bastante estresados con su trabajo y sus problemas y que cuando ponen la televisión lo que quieren es evadirse y distraerse de sus problemas ( observación personal de los autores, no publicada). La enorme industria montada sobre la vida de personajes públicos en todo tipo de medios cumple fundamentalmente una función de entretenimiento.         
            Pero que el cotilleo resulte placentero nos alerta sobre una circunstancia que aunque no es de obligado cumplimiento merece ser tenida en cuenta. Nos referimos a que cuando una cosa resulta placentera normalmente ha sido seleccionada por la selección natural, como nos muestran los ejemplos del sexo y la comida entre otros.
            El cotilleo une a los grupos al compartir normas y al establecer por tanto unos límites que distinguen a los que están dentro del grupo de los que están fuera. Compartir un cotilleo también es transmitir la confianza del transmisor en el receptor y cimentar la relación. Por otro lado, el cotilleo es mucho más raro entre extraños que entre amigos, probablemente porque compartir un marco social y una historia es esencial para entender las sutilezas del cotilleo.
            A nivel de grupo, Gluckman ya señaló ( Gluckman, 1963) cómo los forasteros o desconocidos simplemente no pueden entender el cotilleo y a veces los miembros del grupo utilizan el cotilleo deliberadamente para excluir a los extraños ( Dunbar,2004).
            La conformidad es esencial para la supervivencia del grupo y cuando los grupos se encuentran bajo presión o en competencia la virulencia del cotilleo aumenta (Cox,1970). El cotilleo se puede decir que reduce la libertad individual e intenta conformar al individuo con las normas del grupo.
            Como hemos señalado más arriba el cotilleo tiene unos efectos en el medio social y es una manera de intervenir en él. Puede servir para que el pecador se corrija o para estigmatizarlo e, indirectamente, para que todos aprendamos cómo comportarnos. Es fácil deducir que lo que oímos de los criticados será dicho acerca de nosotros si nos comportamos de la misma manera que ellos, así que los niños pueden ir aprendiendo las normas de esta manera. Algunos autores consideran la función moral como la más relevante del cotilleo ( Taylor,1994). Compañeros de trabajo- o en general miembros de cualquier organización- pueden ir aprendiendo lo que se espera de ellos escuchando cotilleos y críticas de otros compañeros. En general, el cotilleo colabora al aprendizaje de la cultura en general ( Baumeister,2004).
            El cotilleo también puede dividir, crear enemistades, dañar la reputación del criticado y hacer que la definición de su rol o de la impresión y la influencia que tiene en la comunidad se reduzca, etc. En este sentido se convierte en un elemento en la lucha por el poder y el estatus.
            En cualquier caso, lo que sí puede cumplir el cotilleo es una función catártica, de liberación de tensiones. Emociones como la ira, la culpa o la ansiedad pueden obtener una liberación por medio del cotilleo, aunque paradójicamente el coste para los criticados del cotilleo puede generar también sentimientos de culpa. Wert y Salovey (Wert y Salovey,2004) comentan el caso de una enfermera que había trabajado muchos años de enfermera y luego de administradora y que les decía que las enfermeras  eran muy criticonas y que además siempre con un contenido muy negativo. Cuando los autores le preguntaron por cuál podía ser la razón a su modo de ver, ella les dijo que era porque las enfermeras estaban oprimidas e infravaloradas. El cotilleo podía ofrecer una salida a su ira y frustración. Pero este enfoque nos ayuda a comprender por qué los gobernantes a lo largo de la historia han tratado de prohibir el cotilleo ( Rysman, 1977, Schein,1994). Por ejemplo, los dueños de esclavos prohibían a éstos hablar en sus lenguas nativas y los hombres a las mujeres en muchas sociedades por miedo a que se volvieran muy independientes y dejaran sus tareas domésticas sin hacer. El cotilleo puede llegar a ser de esta manera un elemento subversivo y de lucha contra la opresión al permitir a los oprimidos conseguir y compartir información y ponerse de acuerdo de cara una posible insurrección  o insubordinación


El Cotilleo desde el punto de vista evolucionista

            El primer autor en plantear que el cotilleo cumplía una función crítica desde el punto de vista evolucionista para los individuos fue Barkow  sugiriendo que nos proveía de una información esencial para la supervivencia. Las noticias y las evaluaciones acerca de familiares, rivales, parejas o potenciales parejas, los hijos, los iguales y los superiores es fundamental para el control de los recursos, la actividad sexual, el nacimiento, la muerte, las alianzas y amistades, las implicaciones políticas, la salud, la reputación y la fiabilidad como compañero en cualquier actividad social ( Barkow,1992).
            Sin  embargo, el autor que más ha trabajado sobre el cotilleo es Dunbar ( Dunbar 1991,2004) relacionándolo con el desarrollo del lenguaje. Para Dunbar el cotilleo es el corazón de las relaciones sociales humanas y sin cotilleo no habría sociedad. En otras palabras, el cotilleo hace que la sociedad humana tal como la conocemos sea posible. El argumento principal de Dunbar es que a medida que los grupos humanos se fueron haciendo más grandes el acicalamiento ( grooming) se volvió insuficiente para mantener la cohesión social. El acicalamiento, además de servir para limpiar y desparasitar al individuo, tiene una función primordial en las complejas estructuras sociales de los primates utilizándose para cimentar la amistad, reforzar la estructura social, hacer las paces y estrechar lazos familiares y de pareja.  Pero requiere mucho tiempo ( el 20% del tiempo que los primates están despiertos se dedica al acicalamiento) y no se puede realizar con muchos individuos (se calcula que el tamaño máximo del grupo que se puede conseguir con ese tiempo dedicado al acicalamiento es de 80 individuos). Por lo tanto, a medida que el grupo social aumentaba de tamaño ( a los humanos se nos calcula que el tamaño natural de nuestro grupo es 150 individuos e incluso en las sociedades actuales ése parece ser el número de personas que conocemos personalmente) se necesitaba un sustituto de esta actividad. Dunbar plantea que este sustituto es el lenguaje, que permite un intercambio eficaz de información social. Para Dunbar el lenguaje sería una especie de “acicalamiento a distancia”. El lenguaje permite una interacción  con un grupo mayor de individuos así como acelerar el proceso de intercambio de información. Para navegar el mundo social el individuo necesita llevar la cuenta de quién es un potencial buen aliado, de quién está dentro y quién está fuera, etc. y además necesita mantener actualizada esa información porque cambia cada día: tal vez nuestro aliado de ayer es nuestro rival de mañana o viceversa. A medida que aumenta el grupo social el número de posibles relaciones e interacciones entre todos los individuos del grupo crece exponencialmente. Dunbar propone que existe una relación debido a ello entre el tamaño del grupo social y el tamaño del neocortex, o para ser más exactos del cociente entre el neocortex y el resto del cerebro. Resumiendo, el cotilleo y el hardware necesario para ejecutarlo ( el neocortex) evolucionaron para resolver el problema adaptativo del aumento del tamaño de los grupos de humanos. Es importante hacer notar el matiz que Dunbar plantea con diferencia a otros lingüistas y estudiosos. Todos coinciden en que la función del lenguaje es intercambiar información pero los autores anteriores planteaban que la función del lenguaje era transmitir información acerca del mundo físico, por ejemplo, cómo se hace un aflecha o dónde se encuentra un río o una presa. Para estos autores cotillear es perder el tiempo ya que en lugar de esa actividad se podría hacer algo verdaderamente productivo  y útil ( y tal vez venga de aquí una parte de la mala reputación del  cotilleo). Pero para Dunbar la función principal del lenguaje es transmitir información acerca del mundo social. Dicho de otra manera se trata de dilucidar cuál de estos dos usos del lenguaje es la gallina y cuál el huevo. Si el lenguaje evolucionó para transmitir información digamos técnica, el cotilleo es un subproducto y si el lenguaje es una adaptación para transmitir información social y crear vínculo social entonces el uso técnico es un subproducto. En el fondo se trata de una cuestión puramente empírica que se puede contestar examinando para qué utilizamos verdaderamente el lenguaje. Dunbar lo ha hecho registrando multitud de conversaciones y sus resultados indican que dedicamos el 65% del tiempo de conversación a temas sociales.
            Dunbar propone que existen cuatro maneras en las que el lenguaje puede facilitar las relaciones sociales en grupos: seguir a los otros individuos de la red, autopromocionarse( propagar nuestras ventajas como amigo, aliado o pareja, o las desventajas de los demás), buscar consejo para problemas personales y, por último, controlar a los engañadores ( free riders ), a la gente que se aprovecha de las ventajas del grupo sin pagar el coste de los inconvenientes. Dunbar ha medido a cuál de las cuatro cosas dedicamos el tiempo de conversación y se ha encontrado que lo dedicamos mayoritariamente a las dos primeras. Sólo el 5% del tiempo es para pedir consejo o perseguir a los engañadores o aprovechados y el propio Dunbar se muestra sorprendido porque para él la función de policía con respecto a los engañadores debería ser más importante. En las sociedades grandes y dispersas los engañadores podrían prosperar porque pueden ir de un lado a otro engañando a gente que no les conoce. En modelos matemáticos esta predicción se confirma y se  observa que los engañadores prosperan a no ser que se pase una información acerca de ellos de unos individuos a otros (Enquist y Lemar,1993). Esta información es precisamente el cotilleo. Dunbar cocnluye que hay que investigar con más detalle este asunto.
            Otra línea de pensamiento evolucionista es la que relaciona cotilleo y estatus. La información es poder. Si yo cotilleo sobre personajes de alto estatus estoy dando a entender a mis interlocutores que me muevo en un estrato social elevado donde tengo acceso a ese tipo de información. Si cotilleo sobre alguien famosos o importante estoy manifestando que tengo relación o formo parte del círculo de esa persona. Evidentemente a mí me interesa engañar a mis interlocutores y que crean que sé más de lo que sé o que estoy en un estrato más alto del que estoy. Como proveedor de esos cotilleos o informaciones mi estatus va a subir (Baumeister,2004). La gente me dedicará atención cuando hable y seré respetado. Cuanto más sepa y cotillee mejor. En este sentido,  en el ambiente anglosajón existe una tradición que se remonta al año 1730 cuando Benjamin Franklin escribió una columna en el Pennsylvania Gazette, que es la del columnista profesional de cotilleos ( Rosnow y Fine, 1976). Anteriormente en Inglaterra también hubo ejemplos de columnista similares que retrataban  la clase media burguesa y la gente les consideraba como fuentes de conocimiento social y como modelos de comportamiento o de vida. En programas televisivos actuales también se puede reconocer la figura de estos “expertos” en determinados personajes y círculos y que se supone que son contratados por su acceso a esa información “privilegiada”.Eckert ha estudiado el cotilleo en adolescentes y habla de la figura de la “buena persona” como una chica bien vista por los demás, popular, y con capacidad de influir en los demás(Eckert,1990). Se puede considerar a estas personas almacenes de normas y sus opiniones tienen un peso mayor en la comunidad. También hay estudios que afirman que ser poco o demasiado cotilla lleva a la marginación o rechazo por parte del grupo (Foster, 2004) y que hay que cotillear lo justo. Lo de ser poco cotilla o no mostrar interés cuando se abren posibilidades de cotillear puede ser vivido como una falta de comunicación, de sintonía, o de vínculo por el interlocutor. Por otro lado, ser demasiado cotilla tampoco es bueno ya que nos indica que esa persona no es fiable y va a hablar de nosotros a la primera oportunidad, y también que la información que obtengamos de ella no va a ser  de muy buena calidad.
            Para entender los fenómenos más modernos de cotilleo a gran escala en los medios de comunicación, como el que representa el programa de televisión Gran Hermano, nos puede resultar útil el concepto de “estímulo supernormal” , utilizado en etología ( Barrett,2010). El premio Nobel Niko Tinbergen acuñó este término en los años 30 para referirse a fenómenos que observó sobre todo en el estudio de unos pájaros que ponían unos pequeños huevos de color azul pálido con ligeras manchas grises. Si Niko sustituía esos huevos por unos huevos falsos más grandes, de color azul más intenso y con puntos negros, los animales preferían incubar los huevos falsos y no los reales ( aunque eran tan grandes que continuamente se resbalaban y se caían y tenían que volver a encaramarse encima de ellos). Es decir, que un estímulo artificial que supone una exageración o hipertrofia de un estímulo normal ( el llamado estímulo supernormal) ejerce una mayor atracción en el animal que la cosa real. Los cucos, por ejemplo, utilizan también esta técnica. Sus huevos son más grandes y brillantes que los huevos reales de los pájaros al os que engaña y éstos dan prioridad  a la hora de incubar a los huevos del cuco y no a los suyos propios ( eso contando con que  tengan huevos propios porque las crías de cuco  lo primero que hacen al nacer es arrojar los otros huevos del nido). El pico de las cría de cuco es también más rojo y grande con lo que si existen otras crías el pájaro anfitrión lo va a alimentar con mayor dedicación que a sus propios hijos.
            Los estímulos supernormales son ubicuos en cantidad de campos: la alimentación ( alimentos ricos en dulces y grasas), sexo ( la pornografía, por ejemplo) o en la literatura como comentábamos más arriba. Deirdre Barrett afirma que cuando algún producto vende grandes cantidades de dinero habitualmente es porque apela a alguno de nuestros instintos, porque es un estímulo supernormal de alguna manera. La psicología del varón se diseñó para responder ante la presencia de hembras humanas, pero no para responder ante unas imágenes bidimensionales hechas con tinta y papel, que es lo que son las revistas pornográficas, por ejemplo. En el caso de las mujeres, Barrett señala dos tipos de estímulos supernormales a los que responden. Uno de ellos son las imágenes y consejos sobre cómo aparecer idealmente bella. El otro son las telenovelas y la novela romántica. El lector de novela romántica es mayoritariamente mujer de la misma manera que el lector de pornografía es mayoritariamente varón. En las novelas románticas el punto de vista habitualmente es el de la heroína, y el argumento trata de conseguir el corazón del hombre adecuado. En un análisis de 45 best-sellers de novela romántica la antropóloga April Gorry encontró que el héroe era siempre más viejo que la heroína con una media de 7 años ( los maridos reales son unos 3 años mayores que sus esposas). Los héroes son altos ( seis pies o más). Los adjetivos con los que se les describe son del tipo: muscular, guapo, fuerte, grande, bronceado, masculino,  y activo, lleno de energía. En cuanto  a los rasgos de personalidad son: audaz o atrevido, tranquilo, seguro de sí mismo e inteligente. La respuesta más común del héroe a la heroína es declararle su amor, quererla más que a ninguna otra mujer de su vida, desearla sexualmente, considerarla única y desear protegerla. No vamos a insistir en que todo lo anterior se ajusta perfectamente a las predicciones de la Psicología Evolucionista pero conviene resaltar las cifras de ventas: en el mercado en lengua inglesa se publican anualmente 2.000 novelas románticas que venden 1.2 billones de dólares y que suponen el 55% de todos los libros de pastas blandas y el 39% de toda la literatura de ficción.
            Pero vamos a referirnos ya al cotilleo y su relación con los estímulos supernormales. Los programas actuales de cotilleo que ocupan las tardes de la mayoría de las cadenas de televisión o programas como Gran Hermano o similares serían estímulos supernormales que actúan sobre nuestros instintos sociales y en concreto el instinto de cotilleo. Como ya hemos comentado tenemos una tendencia o necesidad de informarnos acerca de la vida de otras personas y resulta que la tecnología moderna nos permite colocar unas cámaras en la vivienda de unas personas y observar cómo viven. Además nos hacen partícipes de sus estados emocionales y de sus chismorreos. Ya no es que nos lo cuenten sino que lo vemos y además podemos luego cotillear con nuestros amigos sobre ello. La tentación es demasiado fuerte para poder resistirse. El estímulo es tan potente que funciona aunque las personas observadas sean unos completos desconocidos. Y es que podemos considerar a la propia televisión un estímulo supernormal. En el cotilleo normal los interlocutores hablan de una persona significativa para ellos de su entorno cuyos problemas vitales pueden tener un impacto mayor o menor en sus vidas. Por contra, Si Fulana de Tal, que aparece mucho en la televisión resulta que es , pongamos por caso, un poco ligera de cascos,eso no debería afectarnos porque la tal señora vive a 1000 km. de distancia y no es probable que me robe el marido, por ejemplo. Pero ocurre que veo durante varias horas en el salón de mi casa a esa señora ( una imagen bidimensional de la misma para ser exactos) todos los días y mis vecinos la ven también, la conocen y podemos hablar de ella. En tiempos pretéritos cuando sabía tanto de una persona como sé ahora de un famosos, es porque era alguien cercano o de mi entorno y mi mente hace esa deducción. Es decir, que la televisión consigue que un perfecto desconocido se convierta en miembro de mi comunidad y desde ese momento unos códigos de comunicación y morales hasta entonces aplicables a una comunidad real de personas que interactúan todas entre ellas entre sí, pasan a ser aplicables a una comunidad virtual mucho más amplia que incluye a millones de desconocidos. Con las redes sociales, foros, chats, etc., ocurriría algo parecido ( de todos modos en otros programas tipo Supervivientes participan personas famosas previamente a modo de gancho pero no parece ser  necesario, ya que los que aparecen en estos programas pasan a ser famosos inmediatamente ya que les conocen millones de personas). Si Barrett tiene razón, y pensamos que la tiene, el éxito de estos programas confirma que tocan unas teclas que tenemos ya preprogramadas para responder ante determinado tipo de estímulos.

Cotilleo y Teoría de la Comparación Social

            Por último queremos mencionar aquí el abordaje del cotilleo desde la Teoría de la comparación social de Festinger ( Festinger,1954) que realizan Wert y Salovey en un artículo que ya hemos mencionado y que recomendamos a todos los lectores interesados en el cotilleo ( Wert y Salovey,2004). No se trata de una teoría evolucionista pero luego vamos a explicar nuestro interés. Leon Festinger cree que la gente tiene un deseo de evaluar sus opiniones y habilidades y lo realizan comparándose con lo que Festinger llamó “test objetivos de realidad”, pero muchas veces no se pueden encontrar criterios objetivos con los que compararse, y esto es lo normal en el terreno social, por lo que  entonces es fundamental realizar una comparación con la realidad social del entorno. El cotilleo puede servir para realizar esta comparación social. En su artículo, Wert y Salovey aplican todo el trabajo empírico que ya existe desarrollado previamente en base a esta teoría al cotilleo y analizan todos los tipos de comparación social: con similares, con inferiores, con superiores, de miembros de grupo con extraños, con constructos sociales imaginarios o teóricos y por último la que llaman comparación emocional. Veamos todas estas comparaciones desde el punto de vista de estos autores.

Comparación con iguales

            En el mundo social existe mucha gente con la que podemos compararnos y la elección del objeto de comparación depende de nuestros objetivos. Si estamos interesados en obtener información fiable acerca de nosotros mismos, esto es, validar nuestras opiniones o estimar la fuerza de nuestras habilidades uno tiende a escoger personas similares a uno mismo. Los amigos cercanos, por ejemplo, tendrán probablemente unos valores y actitudes similares. Podemos acercarnos a ellos para saber lo que siente un igual ante una situación o un asunto cualquiera, y cotillear con ellos es la forma de averiguar estos sentimientos. Escuchando a nuestros iguales  aprendemos cómo tenemos que comportarnos o, lo que es más importante, cómo no tenemos que comportarnos. Aprendemos lo que nuestros iguales habrían dicho de nosotros  si no nos hubiéramos comportado de acuerdo a las expectativas sociales. Volvemos al componente moral ya señalado, a la capacidad del cotilleo para informarnos de lo que está bien y de lo que está mal. Los ejemplos de transgresión moral que se discuten en una sesión de cotilleo ( los casos clínicos concretos, dicho en terminología médica) sirven como ejemplos concretos de principios morales que podrían resultar demasiado abstractos para entender quizás cómo aplicarlos en la vida real. Wert y Salovey no lo mencionan pero el cotilleo puede servir para adaptar las normas  a la sociedad porque la sociedad va cambiando y lo que antes se veía bien ahora no- o viceversa. También es posible que nos encontremos con nuevas situaciones que no se habían presentado antes y por medio del cotilleo llegamos a un consenso y a una aplicación actual de los principios morales existentes.
            Estas discusiones en las sesiones de cotilleo puede que tiendan también hacia los aspectos negativos porque la información negativa acerca de alguien es más diagnóstica de su carácter moral que la información positiva. La gente categoriza a los demás en términos de bueno y malo. La información negativa es más diagnóstica de que una persona está en la categoría de malo que la conducta positiva lo sea de que esa persona está en la categoría de bueno. Después de todo asumimos que los malos no son siempre malos pero que los buenos raramente son malos, aunque esto es discutible. Por ello, las historias de fechorías son más instructivas que las historias de comportamientos virtuosos. El cotilleo como un terreno para la enseñanza de la moralidad puede explicar su tendencia a ser más negativo,especialmente entre gente joven ( Gottman y Mettetal,1986).
            El cotilleo acerca de iguales es también una oportunidad para aprender por medio de la comparación pero permite realizar estas comparaciones de una manera indirecta. A veces, realizar comparaciones directas no es posible o no es conveniente. Por ejemplo compararnos en una habilidad o capacidad con un igual, un amigo cercano, podría resultar embarazoso para alguno de los dos o llevar a una confrontación o pelea. El cotilleo provee una vía indirecta para obtener la información de esa comparación sin los peligro de una comparación directa.
            A veces las comparaciones con iguales producen unos resultados desagradables ( como suele decirse, las comparaciones son odiosas) ya que podemos descubrir que nuestra habilidad con respecto a otros en algún terreno es claramente inferior y esto repercute en un descenso de nuestra autoestima, sobre todo si esa habilidad en cuestión es central para nuestra identidad o sentido del yo. En estos  terrenos tan sensibles necesitamos vernos superiores a aquellos con los que nos hemos comparado. El cotilleo nos puede ayudar en esta tarea. Imaginemos  un grupo de individuos con talentos o intereses similares en cualquier campo, por ejemplo, un grupo de atletas o de académicos. En estos grupos el cotilleo tiene que ser sobre una habilidad diferente. Si criticamos en lo deportivo a alguien que está considerado muy alto en ese terreno , todo el mundo va a tomar nuestra crítica como lo que es (es decir, como un truco o estratagema para mantener nuestra autoestima). Si, por el contrario, criticamos su habilidad social o cualquier otra cosa, nuestra crítica va a ser tomada más en serio. Por lo tanto en grupos similarmente cualificados en un dominio determinado, el cotilleo negativo va a aparecer como una forma de tratar con la constante amenaza a la autoestima inherente a estas situaciones.
            En cuanto a lo de tratar aspectos negativos en el cotilleo hay otro matiz que consiste en que las malas noticias son siempre más interesantes que las buenas. La información social negativa engancha, llama la atención. Ya hemos comentado la función de divertimento del cotilleo, la gente cotillea por el puro placer de cotillear, y cuanto más interesante la charla, más gente va a estar interesada en cotillear. Los aspectos negativos, aunque no fueran necesarios, se utilizan como una especia para aderezar la charla y hacerla más atractiva e interesante y para que continúe el cotilleo.
            Realizar evaluaciones críticas es también una manera de presentarse a uno mismo como elegante o de buen tono. Por lo tanto la motivación de autoinflarnos, por así decirlo,  puede explicar muchos comentarios negativos. Pero, al mismo tiempo, el cotilleo es una manera de decodificar esos intentos de autoinflarse por parte de los demás. Goffman ( Goffman,1959) distingue entre el yo que los individuos presentan al mundo, el yo exterior, el que sale al escenario(stage), y el yo que intencionalmente no se muestra a los demás, el yo interior o el que se queda entre bastidores(backstage). Gran parte del cotilleo es una investigación de la vida entre bastidores de los demás: ¿de qué va realmente esta persona? ¿qué le motiva? ¿cuales son sus lealtades? Esto es lo que preocupa realmente en los círculos de cotilleo y tal vez es por eso que el cotilleo se vive como invasivo y evaluador. Se introduce en las regiones privadas de los demás , esas regiones que ellos intentan mantener ocultas y todo esto indica que somos muy sensibles o que estamos muy atentos a la manera en que los demás se autopresentan ( lo cual es absolutamente lógico desde el punto de vista evolucionista). Por medio del cotilleo, los participantes son capaces de poner en común sus observaciones y opiniones para formar un cuadro sobre la probable  vida en los camerinos( oculta) de la persona en cuestión.

Comparación con inferiores

            Cuando nos queremos sentir mejor con nosotros mismos es más probable que escojamos como comparación a alguien que es inferior. Estas comparaciones hacia abajo son una forma de autorrefuerzo y de mejorar nuestra propia imagen. De hecho, la gente es especialmente proclive a  buscar comparaciones con otros que consideran menos cualificados en un determinado campo cuando se sienten amenazados en ese campo(Beauregard y Dunnig,1998). El cotilleo permite hacer estas comparaciones sin motivar la envidia o los malos sentimientos de la persona inferior ya que lo hacemos a sus espaldas.
            Este refuerzo de la imagen propia se realiza, sin embargo, a costa de la otra persona y tiene consecuencias emocionales. Una de ellas es el orgullo. Cuando nos vemos superiores en una comparación tendemos a pensar que esa ventaja es debida a nuestras fuerzas y características internas. Otra emoción que puede aparecer en este tipo de comparaciones es el desprecio, de manera que la otra persona se contempla  como inferior.
           
Comparación con superiores
           
            Cuando las personas están interesadas en mejorar tienden a compararse con personas que ellos perciben como superiores en algún aspecto determinado. La gente a veces tiene una preferencia acerca de personas más poderosas pero son reacios a buscar esa información abiertamente y el cotilleo nos permite conseguirla sin el embarazo de una comparación cara a cara. De esta manera podemos aprender cómo han triunfado otros.
            En principio no existe nada negativo en compararse con superiores pero puede ocurrir que nuestros iguales vivan mal este tipo de comparaciones por lo que es mejor disfrazar nuestras verdaderas intenciones. Así, si estamos interesados en cómo un vecino rico hizo su fortuna podemos ocultar este interés cotilleando con desdén acerca de sus excesos. Otra posibilidad de que estas comparaciones hacia arriba conduzcan a comentarios negativos es que lleguemos a la conclusión de que la persona que ocupa una jerarquía o estatus superior no se lo merezca. De este conocimiento se sigue un resentimiento, especialmente si esta ventaja se vive como inalcanzable para nosotros mismos. Esa injusta ( o sucia) ventaja se vive como la culpa de esa persona y otros pueden también reconocer la injusticia y sintonizar con ese resentimiento por lo que airear públicamente esos resentimientos puede ser especialmente satisfactorio. Más aún, el resentimiento puede conducir a la agresión si la persona aprovechada se muestra encima arrogante. Dado que el cotilleo puede verse como un acto de agresión verbal ( Crick, 1996) y que los caos de injusticia producen mucha simpatía es lógico esperar que el resentimiento sea muy común dentro del cotilleo malicioso. Un ejemplo típico de esto es el “poner verde al jefe” algo que es muy habitual en el cotilleo de oficina. La incompetencia percibida en un superior inspira resentimiento y si el superior encima se arroga un poder que consideramos ilegítimo se despierta en nosotros una activa oposición que es más prudente expresar indirectamente por medio del cotilleo.
            Otra emoción que surge como resultado de este tipo de comparaciones con superiores es la envidia. Pero la envidia, que requiere darse cuenta de la propia incompetencia, no es tan aceptada socialmente como el resentimiento y por ello necesita ser disfrazada. Además es fácil cazar al envidioso y ver la transparencia de sus motivos por lo que una estrategia del envidioso, como comentábamos previamente, es criticar a la persona envidiada en un terreno no relacionado con las habilidades o capacidades principales.
            Otro sentimiento que puede aparecer en este tipo de comparaciones son los celos. Los celos surgen de la percepción de que la persona con la que nos comparamos constituye un rival, es decir, una persona que amenaza con conseguir una valiosa posesión para nosotros ( para nuestra autoestima), o una relación o cualquier ventaja ( Salovey y Rodin,1984). La envidia y los celos implican sentimientos de amenaza para el yo ya que nos damos cuenta de que el envidiado tiene ya algo que deseamos ( envidia) o está en disposición de conseguirlo ( celos). En cualquier caso, esto es poco halagador para el sujeto y indeseable de admitir públicamente. Por ello, los celos tienen que ser expresados también indirectamente o de forma disimulada, lo que les hace a ambos instigadores del cotilleo.
            Una fuente común de envidia y de celos es una relación romántica en la que se percibe la existencia de un rival. Por medio de comparaciones realizadas en el cotilleo  uno puede aprender acerca del rival. Aunque las comparaciones con rivales pueden evocar emociones poco placenteras, proveen sin embargo una oportunidad para aprender acerca de las cualidades que atraen el interés de nuestro/a amado/a. Podemos entonces  mejorarnos a nosotros mismos en esos aspectos. Algo parecido ocurre en cualquier rivalidad, real o percibida. Por ejemplo, compañeros de trabajo pueden pensar acerca de sí mismos como rivales y el cotilleo puede utilizarse para obtener información que les ayudará a competir o a menoscabar al otro en la búsqueda de un mejor estatus para nosotros.
            Otra emoción que puede aparecer en este contexto es la conocida en alemán como schadenfreude que significa alegría por la desgracia ajena, y que puede considerarse como una emoción asimétrica de la envidia ( el malestar por el éxito ajeno). Aunque la palabra sólo existe en alemán el concepto es universal y se entiende en todos los idiomas aunque no tengamos una palabra específica. Nada produce más placer que observar que una persona contra la que tenemos un gran resentimiento, alguien poderoso, cae en desgracia, o que cortan la cabeza a un jefe al que consideramos incompetente, o a un rival. No hace falta insistir sobre ello.


Comparaciones entre miembros del grupo y foráneos

            Las comparaciones sociales se realizan a veces para establecer una identidad social ( Baumeister,1982) y este tipo de comparación social es la preocupación central de la teoría de identidad social ( Hogg, 2000). Esta teoría predice que cuando los individuos pueden reivindicar su pertenencia a un grupo se sienten mejor consigo mismos y menos inseguros con respecto al futuro. Por otro lado, podemos formar parte de muchos grupos al mismo tiempo. Por ejemplo, un grupo puede estar basado en la amistad, en el tipo de trabajo, en la afiliación política, en la raza, en el género o en la ciudadanía. Es la pertenencia a varios grupos la que establece la identidad. Pero saber quiénes somos es solamente la mitad del cuadro, necesitamos también saber quiénes no somos. Esta necesidad da lugar  a una poderosa tendencia en la gente a distinguir entre el endogrupo( in-group en inglés) y el exogrupo ( out-group), un ellos y un nosotros. Las comparaciones sociales se usan para crear y distinguir a los dos grupos y esto se hace identificando las diferencias entre ambos. Estas diferencias se seleccionan y potencian para crear dos prototipos y el conocimiento de estos dos prototipos es esencial para que los individuos se sientan parte del grupo.
            Y aquí es donde interviene el cotilleo ya que es una fuente de información para saber quién está dentro y quién está fuera( Gottman y Mettetal,1986), y acerca de las normas del grupo. En realidad, muchos de los temas del cotilleo se pueden reducir a “ellos frente a nosotros” y en este tema la charla siempre quita mérito a los extraños y muestra como positivo a nuestro grupo. De esto se deduce que en algunos casos de cotilleo negativo lo que está en juego es nada menos que el sentido de identidad de los individuos.
            El cotilleo a nivel de enfermería que comentan Wert y Salovey del que hemos hablado en el apartado de funciones del cotilleo lo podemos encajar dentro de este tema “ellos frente a nosotros”. Las enfermeras se sienten maltratadas y reaccionan como grupo frente a los otros grupos externos. La función subversiva contra el poder se explica también dentro de este contexto en el que los grupos de menos poder ganan información dañina por medio del cotilleo acerca de los superiores y utilizarla incluso para una insubordinación o insurrección. El cotilleo puede también suponer un alivio temporal de la opresión ya que se centra en las vidas privadas de la gente más que en la vida profesional. Esto tiene un efecto “democratizador” al poner al mismo nivel a los gobernantes con la gente normal: ellos también son gente ordinaria con problemas ordinarios. De alguna manera desinfla a los poderosos y les quita poder y prestigio.
            Pero también se critica a los miembros del grupo y la intención suele ser presionar a los miembros del grupo hacia el acuerdo, la armonía y el consenso. De nuevo, nos encontramos con la función del cotilleo de señalar y reforzar las normas sociales del grupo, las cuales se deducen de las discusiones de cotilleo. La reafirmación de las normas del grupo parece que aumenta cuando el grupo es amenazado desde el exterior(Gluckman,1963). Estudios antropológicos  de sociedades amenazadas por una sociedad  más grande, poderosa o dominante apuntan que aumenta el cotilleo en la sociedad amenazada. Esto se ha descrito por ejemplo en el caso de los indios Macaw del estado de Washington ( Colson, 1953). también los residentes de una ciudad granjera de Gales amenazada por la industrialización cotilleaban más acerca de sus convecinos(Frankenberg, 1957). este cotilleo puede tener relación como decimos con la amenaza para el grupo pero uno de los mecanismos pudiera ser que la lealtad al grupo estuviera en cuestión. Es decir: ¿quién es probable que nos traicione y se pase al otro grupo? Para contestar a esta pregunta hay que analizar con lupa la conducta de todos por medio del cotilleo.
            Por otro lado, los grupos tienden a dar más valor a la información compartida por más individuos que a la que mantiene una sola persona(Staser,1992). Esto es así para primar la unidad y el consenso pero tiene el coste de sacrificar la objetividad, el realismo o la verdad. Los cotillas pueden utilizar esta tendencia a su favor presentando sus historias de manera que encajen con las creencias mantenidas socialmente y así potenciar su credibilidad. Otro punto ciego de esta dinámica de funcionamiento grupal es que los miembros del grupo muchas veces no expresan todas sus dudas por miedo a ser sancionados por el grupo. También parece que en el cotilleo las contradicciones son infrecuentes ( Eder y Enke, 1991) y que el cotilleo fluye de unas historias a otras sin oposición por lo que los individuos pueden salir de una sesión de cotilleo con la sensación de que la unanimidad o el consenso dentro del grupo es mayor del que verdaderamente existe. Otro fenómeno que sucede en las discusiones de grupo es la polarización grupal. Una vez que un asunto es discutido en un grupo las posturas se polarizan por lo que un tema de cotilleo en grupo se suele llevar a posiciones más extremas de las que mantendrían los sujetos individuales. Algunos temas de cotilleo tienen más tendencia a esta polarización. Esto ocurría según describe Bergmann ( Bergmann,1993) en los “coffee-klatch”. Un  coffee-klatch consiste en un grupo de conocidos que se reúnen tomando café con el propósito explícito de cotillear (klatch es la palabra alemana para cotilleo). Estos grupos tienen su origen en el siglo XVIII en grupos de hombres ( del mundo editorial y escritores) que se reunían en casas de café ( cafeterías de la época)para hablar de negocios. Dado que las mujeres estaban excluídas, éstas desarrollaron sus propios grupos de reunión pero en la privacidad de sus casas. En estos grupos el cotilleo no tenía ningún tipo de límites y no había que disimular porque todo el mundo sabía que se reunían para cotillear. Como no había ningún tipo de límite el cotilleo se llevaba al extremo y existía una fuerte polarización de puntos de vista dentro del grupo.

Comparación con un constructo social

            A veces, las comparaciones sociales se realizan con gente imaginaria o con entidades sociales. Estos constructos sociales se pueden ver como  amalgamas de cualidades o racimos de tendencias que imaginamos que otros poseen. Los prototipos mencionados en el apartado anterior de endogrupo y exogrupo serían un ejemplo de constructo social en el sentido de que son estereotipos que pensamos que todos los individuos de un endogrupo o exogrupo cumplen. Muchas veces parece que durante el cotilleo se compara al sujeto del chismorreo con una persona imaginada que encarna los valores y las normas del grupo. Volvemos de nuevo al tema recurrente del cotilleo como transmisor de normas pero en este caso en vez de compara al sujeto con alguien real lo hacemos con una referencia que es un imaginado conjunto de cualidades que se supone que  los mejores del grupo poseen, aunque no exista una persona real que exhiba todas esas cualidades. De esta manera, las normas sociales se transmiten y mantienen.
            A veces, la persona imaginaria a comparar se construye durante la sesión de cotilleo. Begmann ha analizado esto en detalle estudiando transcripciones de sesiones de cotilleo ( Bergmann, 1993). El cotilleo implica desmontar y volver a montar a la persona objeto del cotilleo. Primero, la persona es deconstruida centrándose en una muestra limitada de su conducta usando esta parte sesgada de su conducta para realizar generalizaciones. Se le reduce así a un “tipo social”. A continuación, los cotillas vuelven a  montar a la persona pero esta vez como una caricatura, una exageración de determinados aspectos o características seleccionadas. Esta persona así reconstruida se convierte en la diana de las comparaciones durante el cotilleo. En vez de comparar a la persona real con ellos mismos, los cotillas se comparan a sí mismos con una caricatura de la persona.
            La creación de estos constructos responde a intereses que se autoalimentan. Gibbons y Gerard ( Gibbons y Gerard, 1995) encuentran por ejemplo que los adolescentes tienen una imagen del típico adolescente gran bebedor. El que esta imagen sea positiva o negativa determina lo similar al prototipo que los jóvenes se ven a sí mismos. Los que piensan que son muy similares al prototipo tienden a realizar más conductas de riesgo.
            Como grupo, los cotillas pueden construir colectivamente una diana de comparación que permita reasegurar los valores y opiniones del grupo. Estas construcciones pueden ser guiadas por ideales. Consideremos por ejemplo la cuestión del liderazgo. Los miembros de la comunidad pueden decidir qué tipo de persona quieren que les represente o les lidere. El conjunto de características que un líder debe poseer se refina cuando los miembros del grupo hablan de sus necesidades. Los candidatos se comparan entonces con esa imagen construida socialmente. De esta manera, el cotilleo puede decidir la cuestión del liderazgo.

Comparación Emocional

            Un discípulo de Festinger, Schachter ( Schachter,1959) extendió la teoría de la Comparación Social para incluir el campo de las emociones. Para este autor, cuando la gente no esta segura de cómo sentir acerca de una situación amenazante se vuelven hacia los demás con un propósito de comparación. Esto quiere decir que cuando alguien se siente amenazado busca y habla con otros que están amenazados de forma similar. Esta conducta afiliativa puede estar motivada por una necesidad de comparación emocional ( para entender los propios sentimientos mejor) o por una necesidad de claridad cognitiva ( para entender la situación mejor). Sea como sea, el hecho es que cuando la gente se siente insegura acerca de una situación, es más probable que hablen con otros que están en la misma situación. Lo curioso es que se han estudiado estas conversaciones y la mayoría de las veces la gente no habla del tema principal de su preocupación sino de otros temas irrelevantes (Kulik Mahler y Earnest,1994). Tal vez esto indique una necesidad de compañía o de compartir y que el mero hecho de hablar reduce la ansiedad.
            El cotilleo puede surgir como fuente de comparaciones emocionales durante tiempos de ansiedad o de incertidumbre. Pruebas de esto las tenemos indirectamente a través de estudios sobre la transmisión de rumores (Rosnow, 1980). Rosnow y cols encuantran que cuando la ansiedad aumenta se incrementa también la tasa de transmisión de rumores. La ansiedad proviene de la aprehensión acerca de un resultado desfavorable y puede facilitar la transmisión de rumores porque a través de la discusión del rumor se ventilan las tensiones emocionales. A partir del estudio de numerosos rumores surgidos antes de revueltas, después de desastres naturales, o durante la guerra, Rosnow concluye que los rumores persisten hasta que los deseos o expectativas que los originaron se cumplen o cuando desaparece la ansiedad.
            En estudios experimentales se ha comprobado también que sujetos que puntúan alto en la ansiedad como rasgo tienen más tendencia a transmitir rumores(Jaeger y cols.,1980), que sujetos bajo condiciones de gran ansiedad tiene más tendencia a transmitir rumores que bajo condiciones de baja ansiedad ( Walker y Beckerle, 1987) y que la ansiedad está implicada también en la tendencia a cotillear( jaeger, Skelder, Rind y Rosnow, 1984). Los individuos que puntúan alto en escalas de ansiedad son señalados con más frecuencia por sus compañeros como participantes frecuentes en cotilleos.
             Las emociones se contagian y la ansiedad, angustia, o miedo individual pueden convertirse en ansiedad, miedo, o angustia grupal. Esto indica el poder del cotilleo. Por ejemplo, una persona infeliz acerca de una situación o con alguien, puede cotillear acerca de ello y aquellos que no tengan muy claro qué sentir acerca de la persona objeto del cotilleo pueden verse influenciados  tanto cognitiva como emocionalmente. De esa manera empezamos a observar al conducta de esa persona y comprobamos que coincide conloq uenos han transmitido por el cotilleo. Así una situación que no era clara se vuelve clara por el cotilleo malicioso y el resultado final es claramente negativo. Este cotilleo negativo sería una ruta hacia una reducción del nivel moral. Esto quiere decir que si el cotilleo se contagia y es capaz de alterar la forma en que las personas piensan y sienten acerca delos demás, debe practicarse con mucho cuidado. Si no, la moral del grupo y las reputaciones individuales se tornan vulnerables. Hablaremos más del contagio y transmisión del cotilleo en el apartado dedicado a los memes.
            El cotilleo debido a la ansiedad e incertidumbre aparecerá con fuerza en situaciones en las que una persona es dependiente de otra y la persona dependiente tiene poca información acerca de las intenciones, carácter o lealtades de la persona de la que depende. Por ello los poderosos distantes deben esperar una gran cantidad de cotilleo acerca de ellos. Esto mismo puede ocurrir, por ejemplo, entre los trabajadores de una empresa cuando la información no fluye entre los diferentes niveles jerárquicos o se le restringe a algún colectivo. Las secretarias, por ejemplo, tienen fama de cotillas ( Begmann, 1993). Esto puede ser debido a que se les deja fuera del flujo de información por vías oficiales acerca de los sucesos de la empresa.

Teoría de la Comparación Social y Evolución

            Aunque esta teoría de la comparación social no se incluye dentro del pensamiento evolucionista creemos que el origen del instinto de comparación social que menciona Festinger  es explicable por la selección natural. No vamos a analizar exhaustivamente cada una de las afirmaciones que hemos visto en los diferentes tipos  de comparación social, aunque se puede hacer una lectura evolucionista sin demasiada dificultad de todo ello . Pero sí vamos a comentar algunas cuestiones generales. La evolución por selección natural es claramente un asunto comparativo. Mucha gente tiende a pensar que la evolución funciona en situaciones de vida o muerte- o en situaciones de todo o nada- y que los más adaptados sobreviven y los otros perecen. En realidad esto no es así, aunque unos individuos de una especie estén muy bien adaptados a su entorno si aparecen otros con alguna pequeña ventaja que se traduzca en un número mayor de descendencia ( por pequeño que sea) en miles o millones de años la población mejor adaptada habrá desplazado a la bien adaptada. Por ello pensamos que es relativamente fácil anclar esta teoría dentro del saber evolucionista. Porque Festinger no explica de dónde viene esa tendencia de la gente a realizar todo ese tipo de comparaciones, cosa que el enfoque evolucionista sí puede hacer. Podemos dar unas explicaciones próximas como que la gente busca su identidad social o aumentar su propio valor como individuo. Pero la perspectiva evolucionista nos acerca a unas causas más remotas. Como decimos,en el proceso de selección natural no existe una nota o una puntuación con la que pasar el examen. Es conocido que existen por lo menos dos tipos de examen. En uno de ellos se exige una puntuación mínima y el que la consigue lo aprueba. Pero existen otro tipo de exámenes donde la puntuación de corte se obtiene según la media de las puntuaciones de los demás. Es decir, que si los demás contestan muchas preguntas y obtienen una alta puntuación yo necesitaré una puntuación más alta para pasar el corte. La selección natural es un examen de este tipo. Nunca nos podemos relajar y estar seguros de que vamos a conseguir nuestros objetivo en la vida ( el objetivo último de la selección natural es dejar copias de nosotros mismos y otros objetivos intermedios son encontrar pareja, un trabajo, etc. que nos conducen a ese objetivo final). Pongamos un ejemplo. Supongamos una sociedad más primitiva ganadera y agrícola donde un sujeto dispone de una hectárea de terreno y 10 vacas para vivir y que eso garantiza la supervivencia. Podemos pensar que con eso es suficiente para vivir. Pero si resulta que su vecino disfruta de 100 hectáreas y 100 vacas tal vez no sea suficiente porque las hembras que busquen la mayor seguridad económica posible para el futuro de sus hijos preferirán aparearse con el segundo y no con el primero. Y esto ocurre con el sueldo, la belleza y, en general, con todas las cosas en la vida, y puede ser la causa de esa triste característica de la psicología humana que hace que nunca estemos satisfechos con lo que tenemos. Aunque yo tenga 5 hijos, si todos mis vecinos tienen 7 en miles o cientos de miles de años mis genes van a ser reemplazados por los de mis vecinos.
            Existen estudios realizados en estudiantes a los que se les ofrece una cantidad de dinero por realizar una tarea y, al terminar, los sujetos se muestran felices y contentos por el premio conseguido. Pero si esos mismos sujetos descubren que a otros estudiantes se les da una cantidad mayor por la misma labor se muestran descontentos y enfadados. Esta misma reacción se ha visto en  experimentos con monos que dejan de realizar una tarea en el laboratorio cuando a ellos los premian con una comida menos suculenta que a otros compañeros. También la gente prefiere un trabajo donde se cobra objetivamente menos dinero, pero más que los compañeros, antes que un trabajo donde se gana más dinero real, pero menos que los compañeros,(Wiseman,2010). Si este instinto comparativo existe en primates no podemos explicarlo simplemente con teorías y explicaciones de orden cultural sino que necesitamos una explicación evolucionista. Todos estos datos nos sugieren que la necesidad de compararnos constantemente con los demás ha sido seleccionada porque es adaptativa aunque sea a la vez causa de infelicidad a nivel personal. Desde este punto de vista es muy fácil entender sentimientos como la envidia: el malestar por el éxito ajeno, o su imagen en el espejo, la schadenfreude: la alegría por la desgracia ajena, porque el éxito de mis vecinos puede significar mi fracaso y su fracaso mi éxito. Y junto con ello, la eterna insatisfacción del ser humano, la característica de no estar nunca satisfecho con lo que se tiene, por mucho que ello sea.

Cotilleo y Sexo

            El saber popular dice que las mujeres cotillean ( y en general, hablan) más que los hombres y es conocido el dicho de que si nos introdujéramos en una conversación entre mujeres la mayoría de las veces estarían hablando de alguien mientras que los hombres estarían hablando de algo. Sin embargo, no existe evidencia empírica de esta diferencia y ,en general, las diferencias encontradas no son grandes. Esto parece un poco contraintuitivo si tenemos en cuenta que las mujeres se han dedicado más al mundo social desde nuestra época de cazadores recolectores, a los niños y a las relaciones personales y emocionales, mientras que los hombres se han dedicado principalmente a la caza, a la guerra y en general a las relaciones con el mundo físico. La intuición popular también atribuye unas mayores habilidades sociales a las mujeres y un mayor interés por los temas sociales y de relaciones personales.
            En línea con lo anterior, Levin y Arluke ( Levin y Arluke, 1985) encuentran que no hay diferencias en el grado de cotilleo entre hombres y mujeres aunque cotillean un poco más las mujeres( 71% mujeres,64% hombres) pero sí en el contenido. Las mujeres hablan más acerca de las relaciones cercanas ( familiares y amigos) y los hombres más acerca de figuras del deporte y de la vida pública. Los comentarios negativos son similares en ambos grupos. En cualquier caso, parece ser un tema poco investigado porque no hemos encontrado otros trabajos sobre el particular.
            Por otro lado, es evidente que  la conducta sexual es uno de los temas más jugosos de cotilleo y no podía ser de otra manera. La elección de pareja es una de las necesidades básicas del ser humano y conocer lo que hacen otras personas del grupo y todo tipo de información sobre las relaciones de pareja en el grupo es absolutamente primordial. No hace falta insistir en ello.



Cotilleo y Salud mental

            En cuanto a otras posibles funciones del cotilleo nos podemos plantear incluso la posibilidad de que el cotilleo cumpla una función terapéutica. Algunos trabajadores sociales de regiones remotas han encontrado que el sufrimiento derivado de un aislamiento extremo puede ser mejorado pasando información de “cotilleo constructivo” a sus clientes ( Brown,1985). El cotilleo es mejor que no recibir ningún tipo de atención. Medini y Rosenberg ( Medini y Rosenberg, 1976) hablan del fenómeno de “estar en el mismo barco” como un valor terapéutico del cotilleo. Sarah Wert ha comentado que no participar en él se pude considerar incluso anormal y que podría hasta proteger de estados de ánimo depresivos por su función catártica.
            Pero la relación entre el cotilleo y la enfermedad mental, el lugar del cotilleo en la Psicopatología o si existe una Psicopatología del Cotilleo son cuestiones que no se han estudiado. Por ejemplo, en línea con lo que señala Sarah Wert, un esquizofrénico retraído, o un depresivo va a cotillear probablemente menos de lo normal. Este hipocotilleo puede tener consecuencias no sólo mentales sino incluso físicas. Es bien sabido que las personas que disfrutan de redes sociales más amplias viven más y mejor, tienen menos propensión a la depresión y menos riesgo de fallecer por enfermedad cardiovascular. Las personas solitarias tienen una mortalidad más alta. ¿Tendría sentido plantearse una cotilleoterapia, enseñar o motivar a los esquizofrénicos a cotillear como parte , por ejemplo, de un entrenamiento en habilidades sociales?
            Pero no sólo eso, los síntomas referenciales de los pacientes psicóticos consisten precisamente en ideas de que las personas les miran y hablan de ellos, en muchos casos, la televisión o la radio habla de ellos, todos saben lo que les pasa, pero...¿No consiste precisamente en eso el cotilleo? ¿Puede la sintomatología referencial representar una hipersensibilidad al cotilleo, o la activación fuera de lugar de un instinto social defensivo? Los psicóticos sienten la agresión del cotilleo , perciben cotilleo donde no lo hay, pero a todos nos preocupa la opinión de los demás, es un tema central en nuestro desarrollo ya desde niños y hemos comentado algunas hipótesis explicativas de por qué esto es así. En los pueblos pequeños esta sensación de ser observado y criticado es mucho mayor y asfixiante para algunas personas. ¿Puede ser el cuadro referencial  la activación de esa señal de alarma de forma inadecuada?
            Por contra, ¿puede haber hipercotilleo en otros trastornos? ¿En la manía?...¿En la histeria? ¿Existen cotillas patológicos? ¿Existe la adicción al cotilleo? ¿Existe un Trastorno Cotilla de la Personalidad o se asocia cuando menos el cotilleo con determinadas dimensiones de la personalidad, como el eje introvesión-extraversión?
            Sería muy interesante conocer también las bases biológicas del cotilleo. Se sabe que el acicalamiento de los primates provoca la liberación de endorfinas...¿ocurre lo mismo en el cotilleo? ¿es la posible activación de circuitos de recompensa la causa de que nos resulte tan difícil autocontrolar nuestra tendencia al cotilleo? ¿Potencia el café estos efectos?
            Creemos que estas y otras cuestiones merecerían la atención de psicólogos y psiquiatras así como de otras especialidades y que existe un amplio terreno para la investigación en esta materia.

Memes y cotilleo

            Otro ángulo desde el que enfocar el cotilleo es el que nos ofrece el concepto de meme, la Memética. Podemos considerar algunos cotilleos como memes. Una información o suceso, por ejemplo que fulanita se ha quedado embarazada, se va a convertir en un replicante y se va a transmitir (con ligeras o grandes modificaciones) de unos miembros a otros de la comunidad como una infección. En un plazo breve de tiempo todo el mundo va a saber todos los pormenores: quién puede ser el padre, la reacción de los padres de fulanita al enterarse de la noticia, etc.
            Pero hay un aspecto llamativo sobre este tipo de noticias y es la necesidad imperiosa que tenemos de transmitirlas. Cuando nos enteramos de que a un conocido común le ha ocurrido algo como lo anterior estamos deseando encontrarnos con nuestros amigos o familiares para transmitirlo. Como suele decirse de forma popular: si no lo cuento reviento. Esta necesidad no es la misma en todas las personas evidentemente y algunos autores han desarrollado una escala sobre la “necesidad de cotillear”( El Tendency to Gossip Questionnaire, TGC, Nevo, Nevo y Derech-Zehavi,1994). La  Memética nos daría una explicación de la misma. Como comentamos en el capítulo dedicado a los memes, podemos conceptualizar a los memes como una especie de virus que transmiten infecciones. Lo mismo que los rinovirus o el virus de la gripe nos hacen estornudar para que los transmitamos y llegar a sí a otros huéspedes, los memes nos hacen hablar. La conversación es una de las formas en que los memes se transmiten ( junto con libros, discos, etc...) y podemos considerar que los memes producirían en nosotros esa presión a hablar, a contar, para utilizarnos  en su propia diseminación y alcanzar de esa manera el mayor número de cerebros, que es el lugar donde ellos se alojan. Por muy fantasioso que pueda sonar no queríamos dejar al oportunidad de mencionarlo. Evidentemente no tienen la misma capacidad de contagio todos los sucesos vitales que le ocurren a una persona y como es obvio los memes de contenido sexual van a tener un capacidad de diseminación mucho mayor que otros memes más anodinos.

Conclusiones y Resumen

            El cotilleo es un fenómeno extremadamente complejo y despreciado hasta ahora por la Psicología y las Ciencias Sociales. A pesar de ello, todo indica que su importancia a nivel social es muchísimo más grande de la que podíamos pensar hace unos años afectando a aspectos morales, de aprendizaje, de cohesión social, además de sus conocidos elementos recreativos y de comunicación. Todo ello nos sugiere que resulta adaptativo desde el punto de vista evolucionista para los individuos y los grupos sociales.







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